El Colegio de Cardenales de la Iglesia Católica anunció que el próximo martes 7 de mayo comenzará el cónclave para elegir al nuevo Papa, tras la muerte de Francisco. La decisión se tomó este lunes, luego de varias jornadas de reuniones informales en el Vaticano, donde los purpurados coincidieron en la necesidad de contar con más tiempo para conocerse mejor y dialogar antes de quedar recluidos en la Capilla Sixtina.
El ambiente en la Santa Sede es de máxima expectativa. Tras 12 años de pontificado de Francisco, la Iglesia enfrenta el desafío de definir si continuará en la senda de apertura social, atención a los marginados y reformas internas o si optará por un retorno a posiciones más conservadoras, como proponen algunos sectores.
Un cónclave diverso y lleno de incógnitas
El próximo cónclave estará compuesto por 135 cardenales electores, de los cuales 108 fueron designados por Francisco durante su papado, en un esfuerzo por ampliar la representatividad global dentro del Colegio Cardenalicio. Los electores provienen de todos los continentes y muchos de ellos se verán las caras por primera vez en este contexto, lo que introduce una cuota de incertidumbre en el proceso, que requiere el consenso de dos tercios para elegir al nuevo pontífice.
La falta de conocimiento entre muchos de los cardenales fue uno de los factores que motivó la postergación del inicio del cónclave, originalmente prevista para el 5 de mayo. «Tenemos toda la semana», expresó el cardenal británico Vincent Nichols, al llegar a Roma. «El papel del Papa es esencialmente mantenernos unidos, y esa es la gracia que nos ha dado Dios», añadió.
Debate interno y tensiones
Durante las reuniones previas, varios cardenales expresaron su deseo de que el próximo Papa mantenga el enfoque pastoral de Francisco, centrado en la cercanía con los pobres, la promoción de la paz y la apertura a temas sociales. Sin embargo, voces conservadoras reclaman una «reorientación doctrinal», enfocada en valores más tradicionales.
El cardenal venezolano Baltazar Enrique Porras Cardozo se mostró confiado en que el proceso será ágil: «Creo que en dos o tres días tendremos un Papa», estimó. Por su parte, el argentino Ángel Sixto Rossi, arzobispo de Córdoba y uno de los más recientes cardenales nombrados, reconoció enfrentar el desafío «con miedo», aunque esperanzado en que el mensaje de misericordia y ternura de Francisco siga siendo guía.
El caso Becciu y la cuestión de la unidad
Uno de los temas que generó debate en las reuniones de los cardenales fue la situación del cardenal italiano Angelo Becciu, condenado en 2023 por delitos financieros. Aunque participa de las reuniones informales, persiste la duda sobre si tiene derecho a votar en el cónclave. El Vaticano reconoció que el tema fue tratado pero «sin resolución definitiva».
Becciu, que había sido destituido por Francisco en 2020, sostiene que mantiene sus derechos como cardenal elector, mientras que las estadísticas oficiales lo indican como «no elector». La cuestión legal sigue bajo estudio por expertos en derecho canónico.
Posibles candidatos y nuevos liderazgos
Aunque todavía no hay un claro favorito, varios nombres ya resuenan en Roma. Entre ellos, el cardenal italiano Matteo Zuppi, conocido por su cercanía con Francisco y su compromiso con el diálogo interreligioso y la paz, ha sido señalado como uno de los potenciales sucesores. Otros sectores impulsan candidatos provenientes de África o Asia, regiones donde la Iglesia Católica sigue creciendo.
El cardenal nigeriano John Olorunfemi Onaiyekan, si bien no votará por superar el límite de edad, advirtió que «no estamos aquí para un mitin político, sino para que surja un Papa», desestimando las especulaciones sobre bloques regionales.
Desde Asia, el cardenal indio Anthony Poola manifestó un ambiente de unidad, aunque admitió que «todo podría suceder» en el cónclave. «Esperamos que el elegido sea un buen sucesor de San Pedro», expresó.
Un cónclave histórico
La elección del sucesor de Francisco será histórica no solo por la impronta que dejó el primer Papa latinoamericano, sino también porque definirá el rumbo de la Iglesia en un mundo atravesado por nuevos desafíos, como las migraciones, las guerras, el avance de la inteligencia artificial y la necesidad de una mayor inclusión.
La Capilla Sixtina volverá a ser escenario del ritual más importante para el catolicismo: el encierro, la oración y la votación secreta hasta alcanzar el «habemus papam» que anunciará al nuevo líder espiritual para más de mil millones de fieles en el mundo.