En el marco del ciclo de «entrevistas comprometidas», a cincuenta años del asesinato y martirio del Padre Carlos Mugica, dialogamos con el Padre Pablo Viola, delegado de la pastoral de adicciones en Córdoba, e integrante del espacio «Hogares de Cristo».
La figura de Carlos Mugica vive y se hace presente en su compromiso con la iglesia, pero no cualquier iglesia, sino la de los/las pobres, como expresa el Papa Francisco. Su práctica religiosa al servicio del pueblo, su participación política en el complejo contexto que atravesaba en los años 60 y 70, y el protagonismo que otorgó a la organización desde las bases, trabajando junto a los movimientos villeros en la lucha por el trabajo y la vivienda, significó un hito en las luchas populares que venían enfrentando momentos de inestabilidad política. El exilio de Perón y la antesala a la última dictadura cívico-militar de la Argentina, marcaron con fuego el camino construido por el Padre Carlos, quien fue asesinado en el año 1974 al concluir una misa, en manos de la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina).
Al respecto, el Padre Pablo, expresó:
«De repente en su pastoral se encontró con que los sectores más pobres, lejos de haber alegría, había tristeza. Lo interesante es ver como él tiene una experiencia de conversión hacia los pobres y toma como criterio el sentir popular, eso me parece interesante.»
«Uno lo escucha hablar, en textos, y realmente se encuentra con una fuerza y una pasión por la liberación del ser humano y de Jesucristo. Es una persona que sintió como el pueblo, dejó que eso lo interpelara, lo transformara y descubrió que Jesucristo lo llamaba a trabajar codo a codo con el pueblo en un proceso de liberación y sin dejar de ser sacerdote.»
«Fue una persona que sintió como el pueblo, dejó que eso lo interpelara, lo transformara y descubrió que Jesucristo lo llamaba a trabajar codo a codo con el pueblo».
Padre Pablo Viola, pastoral de adicciones Córdoba
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