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Miles de fieles colmaron el centro de Córdoba en un Vía Crucis cargado de fe y esperanza

Más de 8.000 personas participaron este viernes por la noche del tradicional Vía Crucis en la capital cordobesa, que recorrió 14 estaciones desde el Teatro Real hasta el Paseo del Buen Pastor. La representación estuvo protagonizada por integrantes del Hogar de Cristo, en una conmovedora puesta que unió arte, espiritualidad y transformación personal.

Las calles del centro de Córdoba se transformaron este viernes en un gran escenario de devoción, recogimiento y emoción. En una nueva edición del Vía Crucis de Semana Santa, más de 8.000 personas acompañaron el recorrido que representa las últimas horas de vida de Jesús, desde su condena hasta su crucifixión y sepultura.

La procesión comenzó en las inmediaciones del Teatro Real, sobre calle San Jerónimo, y avanzó por 14 estaciones hasta culminar en el Paseo del Buen Pastor, donde se desarrollaron las escenas finales del camino de la cruz. El evento, ya instalado como una de las tradiciones religiosas más convocantes de la ciudad, fue organizado por la Arquidiócesis de Córdoba. Cada estación estuvo interpretada por actores del Hogar de Cristo, una comunidad que acompaña a personas en proceso de recuperación por consumos problemáticos. Esta participación le dio una dimensión especial a la representación, ya que los protagonistas no solo encarnaron un relato bíblico, sino que también compartieron su propio camino de transformación, resiliencia y fe. “La cruz no es el final, es el comienzo de una nueva vida. Eso nos enseña Jesús y también lo testimonian quienes hoy están en este camino de recuperación”, expresó uno de los organizadores al cierre del evento.

Uno de los momentos más emotivos fue la aparición simbólica de figuras emblemáticas de la Iglesia argentina, como el Santo Cura Brochero y Mama Antula —recientemente canonizada—, además de otros beatos y venerables que dejaron una huella profunda en la historia religiosa del país. La puesta buscó no solo revivir la Pasión de Cristo, sino también destacar el legado de quienes, desde la fe, transformaron realidades.

A medida que la columna avanzaba por las calles iluminadas por antorchas y velas, se vivieron escenas de profundo silencio, oración compartida y cantos que envolvieron el ambiente con un clima de espiritualidad colectiva. El Vía Crucis del centro de Córdoba volvió a demostrar que la fe moviliza, transforma y une a la comunidad, en una noche donde la ciudad se detuvo para mirar hacia adentro, rezar en silencio y caminar juntos, como pueblo creyente, hacia la Pascua.