Columna de Cine: Las biopics, entre el homenaje, la crítica y la memoria

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En los últimos años, las biopics volvieron a ocupar un lugar central en las carteleras del cine y en las premiaciones internacionales. Películas que narran la vida de personajes reales, a veces con fidelidad documental y otras con licencias más artísticas, se multiplican. Desde Bohemian Rhapsody hasta Oppenheimer, pasando por figuras nacionales como Gilda o Rodrigo, el género no para de crecer.

“Está pasando lo mismo que con los remakes: ahora todo es biopic”, señaló Chaco en su habitual columna al aire de Radio La Ranchada en diálogo con Emilia Calderón, donde también repasaron algunos ejemplos recientes: las películas sobre Amy Winehouse, Bob Dylan, Rubens Paiva, y las que se vienen sobre Bruce Springsteen o Luca Prodan (esta última en producción con Peter Lanzani).

Pero, ¿por qué tanta fascinación con este tipo de cine? En parte, porque representa un desafío para actores y actrices: “Llevar a escena a alguien que existió, que tiene tanto arraigo en la gente, no es lo mismo que interpretar un personaje ficticio”, reflexionaron. A veces, el éxito de una biopic depende justamente de la interpretación. Ejemplo claro: Rami Malek como Freddie Mercury, quien no solo ganó el Oscar, sino que dejó una huella con su papel en Bohemian Rhapsody.

Al mencionar la película de Rodrigo Bueno, el filme generó opiniones encontradas. “El actor fue tremendo, supo personificar a Rodrigo en toda su esencia. Pero la peli me quedó corta, no me hizo revivir lo que yo vivía cuando lo escuchaba. Faltaron cosas”, compartió Emilia Calderón. “Cumple su función, sobre todo para quienes lo conocían poco, pero a los fanáticos nos faltó una vueltita más”, agregó.

Lo mismo ocurre con otras figuras. La película sobre The Doors, con Val Kilmer como Jim Morrison, divide aguas. Para algunos, no fue lo suficientemente fiel. Para otros, fue una aproximación válida a su figura. “Es muy difícil dejar conformes a quienes son fanáticos. Hay una especie de celosidad sobre cómo se representa a los ídolos”, consideró Chaco.

También están las biopics históricas, que no necesariamente giran en torno a celebridades: La lista de Schindler, El pianista o La ladrona de libros son ejemplos de relatos profundamente humanos y sociales. “Son historias que tienen un gran impacto emocional, que invitan a conocer más sobre contextos, épocas o luchas”.

En Argentina, el género viene creciendo: desde Tango Feroz hasta Argentina, 1985, pasando por biopics de Gilda, Rodrigo o San Martín. “De a poco, estamos retomando nuestras propias historias”, celebraron en la columna. Y mencionaron un deseo: que se sigan haciendo más biopics locales, bien hechas, con mirada crítica y cuidado artístico.

Entre las biopics más recientes, algunas generan entusiasmo y otras despiertan dudas, como Napoleón, que “se sintió larga, inconclusa, y fue muy recortada”, según comentaron.

La tendencia no parece aflojar. El género se afianza y, cuando está bien hecho, tiene el poder de emocionar, de recuperar memorias, y de encender nuevas preguntas. Tal como dijeron al aire: “Hay biopics, seguirán habiendo. Hay que disfrutarlas, pero también mirarlas con ojo crítico”.

Escuchá la columna completa con Chaco Cine acá:

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