El escenario internacional vuelve a mostrar las tensiones que dividen al mundo entre un pasado dominado por el poder atlantista occidental y un futuro multipolar, diverso y democrático. En los últimos días, dos cumbres reflejaron ese debate global: la Cumbre por la Democracia en Santiago de Chile y el próximo encuentro entre la Unión Europea y China en Beijing.
En la capital chilena, el presidente Gabriel Boric fue anfitrión de la Cumbre por la Democracia y en contra de los extremismos. Allí se dieron cita líderes como Lula da Silva (Brasil), Pedro Sánchez (España), Yamandú Orsi (Uruguay) y Gustavo Petro (Colombia). Bajo el lema «Democracia Siempre», los presidentes sesionaron para levantar una voz colectiva en defensa del multilateralismo, la justicia social y las instituciones democráticas frente al avance global de los extremismos, principalmente de derecha, aunque sin mencionarlo explícitamente.
En su declaración conjunta, los mandatarios advirtieron: “Somos plenamente conscientes de que el mundo atraviesa un periodo profundamente de incertidumbre, en el que los valores democráticos son desafiados permanentemente. Frente a ello, creemos en el imperativo ético y político de impulsar una estrategia que enfrente esos fenómenos globales y, sobre todo, la desigualdad, la desinformación, los desafíos de las tecnologías digitales y la inteligencia artificial.”
En ese marco, la inteligencia artificial fue uno de los temas destacados. En palabras del columnista, “de un día para el otro prácticamente irrumpió la inteligencia artificial y hoy ya es parte de nuestra vida cotidiana”. Y alertó sobre la idea superada de que se trata de una herramienta objetiva: “Hoy casi nadie puede discutir que la inteligencia artificial también es una muestra de poder, de soberanía, de sesgo, de que no es objetiva, de que todo lo que te devuelve la inteligencia artificial es una forma de dominación o también puede ser de liberación.”
Por eso, en los foros internacionales crece el debate sobre la necesidad de desarrollar inteligencias artificiales propias, nacionales, regionales o multilaterales, que puedan contrarrestar la concentración del poder tecnológico.
Por otro lado, el próximo jueves en Beijing se desarrollará una cumbre entre la Unión Europea y China, en el marco de un progresivo acercamiento propiciado por el distanciamiento con Estados Unidos y la guerra comercial por los aranceles, especialmente durante el gobierno de Donald Trump.
Sin embargo, el camino no está exento de tensiones. El analista señaló dos obstáculos principales: “Uno es político: la Unión Europea quiere que China condene a Rusia por la guerra en Ucrania, y China no lo va a hacer. El otro es económico: son los autos eléctricos, donde Estados Unidos acusa a China de dumping y de competencia desleal.”
Así, el acercamiento entre Europa y China se abre como una incógnita. “Veremos hasta dónde llega ese acercamiento”, concluyó el columnista, dejando abierto el interrogante sobre el futuro del tablero internacional.
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