Un nuevo informe del Instituto de Estadísticas y Tendencias Sociales y Económicas (IETSE) reveló que la inflación en la provincia de Córdoba fue del 1,5% en julio, una de las cifras más bajas desde la pandemia de 2020. Sin embargo, el dato no trajo alivio en los hogares, donde persiste una fuerte crisis alimentaria, caída del consumo y una creciente dependencia de programas sociales para poder comer.
El estudio, basado en una muestra de 2.500 hogares cordobeses, muestra una realidad social preocupante: aunque los precios se estabilizaron, la capacidad de compra de las familias continúa deteriorándose. Durante los primeros siete meses de 2025, las ventas de alimentos en comercios de cercanía —almacenes, carnicerías, verdulerías, pollerías y fiambrerías— cayeron un 19% respecto al mismo período del año anterior.
Además, el 88,9% de los hogares encuestados dijo haber financiado la compra de productos de la Canasta Básica Alimentaria (CBA) a través de tarjetas, préstamos, fiado o directamente pidiendo dinero o comida. Más del 57,8% no logró acceder plenamente a la CBA, cuyo valor en julio fue de $794.384 para una familia de cuatro integrantes.
Según explicó el IETSE, la baja inflación intermensual refleja una relativa estabilidad macroeconómica, atribuida por el Gobierno Nacional a las políticas de ajuste y control fiscal. No obstante, esa desaceleración de precios no se traduce en un alivio tangible para las familias. “El dato aislado puede generar una sensación de mejora, pero cuando se lo contextualiza, lo que se observa es una caída muy fuerte del consumo”, señalaron desde el instituto.
La inflación interanual fue del 37,2% y la acumulada en lo que va de 2025 alcanzó el 17,1%. Sin embargo, la capacidad adquisitiva de los salarios cayó, empujando a miles de familias a saltearse comidas, reducir porciones o endeudarse para alimentar a sus hijos.
Hambre y privaciones
Uno de los datos más alarmantes del informe tiene que ver con la inseguridad alimentaria. El 50,1% de los hogares declaró haber suspendido al menos una comida diaria durante julio por falta de recursos. Además, el 30,7% reconoció que algún integrante del hogar sintió hambre y no pudo saciarlo.
En paralelo, el 19,6% de los encuestados se quedó sin alimentos al menos un día en el mes, mientras que el 18,9% recurrió a estrategias no deseadas para conseguir comida, como pedir ayuda o vender pertenencias. En los casos más extremos, el 10,5% de las familias reportó que un integrante comió solo una vez o directamente no comió durante un día completo.
Entre quienes sí accedieron a la CBA, el 72,5% lo logró gracias a la asistencia del Estado, principalmente a través de la AUH, la Tarjeta Alimentar y otros programas sociales.
Percepciones sociales: resignación e incertidumbre
El informe también relevó el estado de ánimo social en los hogares cordobeses. El 54% dijo sentirse igual que hace un año, mientras que un 32% afirmó estar peor. Solo el 14% percibe alguna mejora en su situación económica.
De cara al futuro, el 78% de los hogares cree que estará igual a fin de año, el 13% anticipa un empeoramiento y apenas el 9% espera mejorar. La palabra más mencionada al hablar del Gobierno Nacional fue “estabilidad”, asociada al freno inflacionario. No obstante, también surgieron conceptos como “ajuste”, “jubilados”, “poder adquisitivo” y “justicia”, que reflejan el costo social del rumbo económico actual.
Para el Gobierno Nacional, el control de la inflación es uno de los principales logros de la gestión del presidente Javier Milei, quien lo destaca como una señal de éxito en su programa económico. Sin embargo, los datos del IETSE en Córdoba muestran una distancia creciente entre las variables macroeconómicas y las condiciones reales de vida.
Restricción de comidas y panorama complicado a futuro
En Radio La Ranchada estuvimos dialogando con Vanesa Ruiz, gerenta comercial del Centro de Almaceneros de Córdoba quien aseguró: “El 1,5% de inflación medida por nuestro Instituto de Estadísticas y Tendencias Sociales y Económicas es un buen número si se lo compara con otros momentos, pero detrás de ese dato hay una realidad muy compleja”. La referente explicó que la desaceleración de precios no se traduce en una mejora para los sectores sociales más afectados: “El segmento social no mejora en absoluto frente a una caída de ventas profunda”.
En cuanto a las formas de compra, la gerenta comercial detalló que muchas familias siguen recurriendo a diferentes mecanismos de financiamiento para acceder a los alimentos. “Seguimos con este amplio número de personas endeudadas. Nueve de cada diez argentinos registra alguna deuda”, remarcó.
Según el relevamiento del Centro, en julio el 43% de las compras se hicieron con tarjeta de crédito, el 37% al fiado y el 8% con dinero prestado. “Esto es un síntoma grave: recurrir al fiado o al crédito para comprar alimentos implica abonar en cuotas, empezar a pagar los mínimos y asumir intereses usurarios que hoy cobran las entidades emisoras”, alertó Ruiz.
Con respecto al impacto del salto del dólar, Ruiz señaló que si bien se espera un aumento de precios, no será proporcional a la suba de la divisa: “El dólar subió un 14%, pero los incrementos que están llegando van entre el 3 y el 5% para alimentos y entre el 6 y 9% en higiene y limpieza”. Aun así, reconoció que la inflación se verá afectada en los próximos meses.
Consultada sobre las expectativas comerciales para el Día de las Infancias, Ruiz afirmó que el panorama es similar al de otras fechas especiales: “Muy mínima la venta. Va a ser una compra de último momento y, como ya es costumbre, con tarjeta de crédito”. También mencionó que aunque no se mide estadísticamente, hay cierto movimiento de compras online.
Uno de los puntos más preocupantes del informe es el deterioro en los hábitos alimentarios. Según Ruiz, los cambios se vienen registrando desde hace tres años y se acentuaron en los últimos meses. “La caída en el consumo de lácteos es muy profunda: entre 45% y 50% en quesos, yogures y postres; 33% en leche en polvo y 23% en leche fluida. También se desplomó el consumo de carne vacuna, incluso la molida”, detalló. En algunos hogares, directamente ya no se consume fruta.
La gerenta remarcó que el precio de los alimentos sigue siendo alto, incluso si en julio no aumentaron. “La canasta básica alimentaria para una familia de cuatro personas ronda los 800 mil pesos”, subrayó. Frente a esto, muchas familias sustituyen carnes por pollo o cerdo, y se apoyan en productos como fideos, arroz y harinas, que rinden más pero no nutren igual. “El dato más doloroso es que un 50% de las familias restringe comidas, especialmente la cena. Estamos hablando de hambre”, advirtió.
Sobre los próximos meses, Ruiz sostuvo que hay que observar con cautela los nuevos aumentos. “El Gobierno ya dejó en claro que las paritarias autorizadas serán del 1% mensual, lo que implica un congelamiento de los ingresos”. Desde el Centro de Almaceneros proyectan una inflación del 32% para todo 2025. “Aunque es más baja que otros años, sigue siendo muy alta para una economía tan golpeada”, concluyó.
Escuchá la nota completa con Vanesa Ruiz acá: