Este lunes, a solo días de una nueva conmemoración de San Cayetano, el santo del pan y del trabajo, la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) emitió un mensaje cargado de contenido social y simbólico. En el comunicado, firmado por sus principales autoridades, los obispos del país advierten sobre la creciente situación de precariedad que afecta a millones de argentinos y reclaman que el cuidado del empleo sea el eje de toda estrategia económica, en un contexto de profunda crisis social.
El documento lleva las firmas del presidente del organismo, monseñor Marcelo Colombo (arzobispo de Mendoza); los vicepresidentes monseñor Ángel Rossi (arzobispo de Córdoba) y monseñor César Fernández (obispo de Jujuy), y el secretario general monseñor Raúl Pizarro (obispo de San Isidro). Allí destacan que la devoción al santo patrono del pan, la paz y el trabajo “es una expresión profunda de la fe de nuestro pueblo, que no se resigna ante el sufrimiento y que, con esperanza y solidaridad, reza y camina”.
El mensaje se da a conocer en un momento especialmente sensible, en el marco de un deterioro sostenido de las condiciones laborales, el avance del desempleo, el estancamiento de la economía y la pérdida de poder adquisitivo de los salarios. Para los obispos, el trabajo no solo representa un derecho básico, sino también la vía para alcanzar una vida digna y plena: “Este día nos invita a escuchar el clamor de tantos hermanos y hermanas que ven en el trabajo la posibilidad de ser útiles y de contribuir al bien común. Trabajar constituye un derecho fundamental que construye la vida propia y la del grupo familiar, y sostiene el tejido social”.
En uno de los pasajes más enfáticos, la Iglesia subraya que la falta de trabajo “hiere profundamente la dignidad de las personas y puede conducir al desaliento, al aislamiento y a la pérdida de sentido”. Y, aunque sin nombrarlo directamente, lanza un claro mensaje al Gobierno nacional que encabeza Javier Milei: “En todo plan económico, cuidar el empleo y las fuentes laborales debe ser una prioridad indeclinable. Ninguna medida puede considerarse exitosa si implica que los trabajadores pierdan su empleo o vivan con angustia e incertidumbre sobre su futuro”.
Este mensaje se suma a una serie de gestos y declaraciones que la Iglesia viene manifestando frente a las consecuencias sociales del ajuste económico y las políticas de desregulación que, según numerosas organizaciones, están afectando fuertemente a los sectores más vulnerables. En ese sentido, la institución religiosa hizo énfasis en la importancia de valorar todas las formas de trabajo: “En tiempos difíciles, tenemos que alentar y apoyar cada esfuerzo. Valoramos el empleo formal, los emprendimientos familiares, la economía popular, el reciclado, las changas. Todo trabajo es digno y merece respeto”.
La figura de San Cayetano vuelve, entonces, a ocupar el centro de una fecha cargada de significados. Cada 7 de agosto, miles de personas se movilizan en distintos puntos del país para pedir pan y trabajo, en una de las manifestaciones de fe más arraigadas del calendario religioso popular argentino. En ese marco, el pronunciamiento de la CEA se interpreta también como una forma de amplificar ese pedido colectivo que resuena desde los barrios, las calles y los templos, especialmente en este contexto crítico.
La peregrinación y las celebraciones litúrgicas por San Cayetano se realizan año tras año con una alta participación de fieles, muchos de ellos atravesados por la falta de empleo, la informalidad o la pobreza.