“Es dramático que hasta ahora, todavía, en la discusión pública no asumimos la importancia y el carácter sistémico que tiene el sector de las economías populares”, planteó Quirós en un audio que dio inicio al análisis.
Galán señaló que este fenómeno viene consolidándose desde hace al menos 25 años y que hoy representa entre “un cuarto y un tercio” de la población económicamente activa, con un crecimiento del 15% en los últimos 15 años. Tras escuchar ese diagnóstico, el columnista repasó cómo cambió la estructura laboral desde los años setenta. Recordó que en 1970 y 1975 “en la Argentina no había pobres” y la desocupación rondaba el 4%. Con una sola persona trabajando, dijo, un hogar podía sostenerse, comprar un lote y construir una vivienda. “De esa realidad es Argentina. Hoy pasamos a una situación donde es tan grande la pérdida de poder adquisitivo que ya ni siquiera tienen trabajos formales las personas que están en cada hogar y todos tienen que tener uno, dos o tres trabajos”, describió.
En esa línea, aclaró que “cuando hablamos de trabajo no significa empleo”, y diferenció el empleo en relación de dependencia —registrado o informal— del trabajo autogestivo. Según explicó, ese universo abarca desde quienes producen en su casa, con herramientas propias, hasta feriantes, pequeños productores de alimentos o trabajadores de plataformas. “Ese fenómeno ha crecido”, afirmó, y recordó que durante el IFE “hubo 11 millones de personas que se han anotado” y el Estado terminó asistiendo a casi 9 millones de adultos sin ingresos.
Galán subrayó que, de los 24 millones de personas que integran la población económicamente activa, “entre empleos públicos y privados no pasa los 10 millones y medio de trabajadores registrados”. Eso implica que “casi la mitad entra y sale del mercado laboral changueando”. En Córdoba —retomando el informe citado— uno de cada cuatro habitantes “subsiste con los trabajos de la economía popular”, lo que equivale a unas 500 mil personas. “Es un número altísimo y preocupante”, remarcó.
El dirigente también advirtió sobre el impacto de los avances tecnológicos en la reducción del empleo: “Toda la inteligencia artificial está todo el tiempo viendo cómo reemplazar mano de obra humana, trabajo humano”. Sostuvo que no existe un control social ni estatal sobre esos procesos y que, de no intervenirse a tiempo, la situación podría agravarse.
Luego vinculó este diagnóstico con los cambios que impulsa el Gobierno nacional. Según señaló, la reforma laboral propuesta apunta a “reducir el costo laboral” y facilitar la contratación para las empresas, con medidas como la extensión de la jornada hasta 12 horas, modificaciones en el sistema jubilatorio y topes a las indemnizaciones. “Está pensando en el trabajo formal. No está pensando en este trabajo informal en este 45%”, cuestionó.Galán advirtió además que las modificaciones proyectadas sobre el monotributo podrían empujar a miles de trabajadores a la informalidad. “Si vos le querés cobrar ganancias ¿qué vas a lograr? Que te vuelvas a la informalidad, que no factures”, sostuvo, y alertó que el Gobierno “va a empujar a que la gente no quiera tener un monotributo”.
Frente a ese panorama, planteó que una reforma laboral inclusiva debería apuntar a ampliar derechos para quienes integran la economía popular: “Un monotributo accesible que puedas tener tu obra social, tu aporte jubilatorio, una ART; que el Estado te ofrezca líneas de crédito para equiparte”. También mencionó la necesidad de seguros que cubran días sin trabajo por enfermedad, mecanismos para acceder a la banca pública y medidas que permitan transitar situaciones de vulnerabilidad con mayor protección.
Según Galán, nada de esto aparece en la agenda oficial: “Nada tiene que ver con darle derechos a este 40, 45% de trabajadores de la autogestión”. Al cierre, agradeció el espacio y destacó la importancia de seguir discutiendo estas transformaciones estructurales del trabajo en la Argentina.
Escuchá la columna completa con Marco Galán acá:
LA DESPENSA. Lunes a viernes de 9 a 12hs, con Emilia Calderón

