En un emotivo cierre de ciclo, alumnos y alumnas del curso de cuidados domiciliarios finalizaron su formación, destacando la importancia del modelo cooperativo y la calidez humana como pilares fundamentales para la atención de personas mayores y con discapacidad.
El curso, desarrollado en la sede Güemes, fue el resultado de un esfuerzo conjunto entre la Cooperativa Cuidarte Bien, la Mutual Carlos Mugica y el Ministerio de Cooperativas y Mutuales. La formación no solo brindó herramientas técnicas a través de la enseñanza de médicos, enfermeros y profesores, sino que culminó con una evaluación final donde los participantes plasmaron los conocimientos adquiridos a lo largo de las clases.
Entre las egresadas se encuentran Mirtha Guzmán y Edith Saldaño, quienes compartieron su experiencia en el programa La Hora de las Villas y los Barrios de Radio La Ranchada. Para Saldaño, enfermera profesional, el curso representó una oportunidad de sumar herramientas específicas que intensifican la labor de la enfermería, diferenciando el rol técnico de la salud del rol integral del cuidador. Por su parte, Guzmán resaltó que su motivación nació de una experiencia personal de cuidado familiar, subrayando que en esta profesión el respeto y el cariño hacia los seres humanos son tan esenciales como la formación teórica.
Un aspecto central de la capacitación fue la introducción al sector cooperativo. Las participantes destacaron el valor de conocer el funcionamiento de estas organizaciones, donde la labor cotidiana se basa en vínculos de responsabilidad compartida y una estructura horizontal donde todos los socios conocen sus funciones. Tras finalizar esta etapa, los egresados planean integrar sus currículums a la cooperativa para comenzar a trabajar de manera colectiva, mientras se preparan para futuras instancias académicas como la diplomatura que se lanzará próximamente.
Este proceso de formación demuestra que el cuidado no es solo una tarea individual, sino una red de apoyo mutuo. Cuidar de otros, bajo este modelo, es como construir un puente sólido: no solo requiere de materiales firmes y técnica —el conocimiento profesional—, sino también de una base profunda de confianza y humanidad que permita a las personas transitar sus etapas más vulnerables con dignidad.

