Código de Convivencia: la Pastoral Social pidió diálogo y cuestionó el momento del debate

La Iglesia advirtió que la discusión sobre cuidacoches y limpiavidrios necesita consenso social y criticó que se impulse a fin de año, en un contexto político y social sensible.
NARANJITAS

El anuncio del Gobierno de Córdoba sobre un proyecto para reformar el Código de Convivencia provincial abrió un nuevo foco de debate político y social en la provincia. La iniciativa, presentada la semana pasada, tiene como uno de sus ejes centrales el “orden público” y busca establecer un marco regulatorio específico para la actividad de los cuidacoches, conocidos popularmente como “naranjitas”, y de los limpiavidrios que trabajan en la vía pública.

Si bien se trata de una problemática que viene generando discusiones desde hace tiempo en distintos sectores de la sociedad cordobesa, la decisión de impulsar el tratamiento legislativo del proyecto en el cierre del mes de diciembre despertó cuestionamientos y suspicacias, especialmente en los bloques opositores y en organizaciones sociales vinculadas al tema. En ese contexto, la Pastoral Social de Córdoba se pronunció públicamente este domingo mediante un comunicado en el que expresó reparos tanto sobre el contenido como sobre el momento elegido para el debate.

Desde la Pastoral señalaron que la regulación de estas actividades “requiere diálogo y participación de todos los sectores involucrados”, y remarcaron la necesidad de abordar el tema desde una mirada integral que contemple las distintas dimensiones sociales, económicas y humanas que atraviesan a quienes se desempeñan en estas tareas. En ese sentido, advirtieron que cualquier modificación normativa debería buscar “caminos superadores de las antinomias y polémicas” que suelen rodear este tipo de discusiones.

El comunicado también puso el foco en el calendario legislativo y el contexto social en el que se pretende avanzar con la reforma. La Pastoral Social expresó dudas sobre si el cierre del año es el momento adecuado para tratar una iniciativa de esta magnitud, al considerar que diciembre es una etapa atravesada por balances, agotamiento social y el “peso de todo lo transcurrido en un año difícil”. Según plantearon, ese escenario podría dificultar un debate profundo, sereno y participativo.

La postura de la Pastoral se suma a otras voces críticas que alertan sobre la posibilidad de que la discusión avance de manera acelerada, sin el debido intercambio con organizaciones sociales, trabajadores informales, especialistas y referentes territoriales. Al mismo tiempo, el tema genera expectativas en sectores que reclaman mayor regulación del uso del espacio público y reglas claras para la convivencia urbana.

El comunicado completo

Buscando superar la mala costumbre del «entre gallos y medianoche» queremos compartir una reflexión en torno a las modificaciones del Código de Convivencia provincial que próximamente serán tratadas en la Legislatura.

Creemos que se trata de un tema que requiere diálogo y participación de todos los sectores involucrados y de las distintas cuestiones a tratar, con el objetivo de encontrar caminos que sean superadores de las antinomias y polémicas que han generado algunas de las iniciativas planteadas en y para cambiar esa legislación.

Nos preguntamos si éste es el momento y la forma adecuados para dar el debate, en contexto de fin de año, cuando muchas personas están cerrando etapas, con el peso de todo lo transcurrido en un año difícil.

El apuro con que se ha planteado este debate no se corresponde con la gravedad de la problemática. En cuestiones que afectan a tantas personas, resulta fundamental generar espacios reales de escucha, para, luego, legislar buscando verdadera y sabiamente el bien común.

Sabemos que temas como los que involucran a las personas denominadas «cuidacoches» y «limpiavidrios», y la siempre polémica tipología legal conocida como «merodeo», son profundamente controversiales. En muchos casos existen excesos, extorsiones, delitos y terceros que se benefician de estas situaciones. Pero también es cierto que, para muchísimas personas, ésta es su única forma de subsistencia y realizan su trabajo con responsabilidad y buen trato.

Por eso nos preguntamos:

– ¿Qué oportunidades les vamos a ofrecer a trabajadores que nadie reconoce?

– ¿Qué hacemos con quienes hoy trabajan en la calle mientras se capacitan o buscan un empleo digno?

– ¿No podemos encontrar alternativas ordenadas, basadas en el respeto y la responsabilidad?

– ¿Cómo abordamos de manera integral las problemáticas de las adicciones y la falta de vivienda?

– ¿Logramos insertar o reinsertar a quienes tienen procesos penales?

– ¿No generamos resentimiento y bronca cuando se producen detenciones por “portación de rostro” o cuando se criminaliza a quienes se movilizan en moto porque no tienen otra forma de ir a trabajar?

– ¿De verdad se cree que quienes se amparan en el trabajo de «cuidacoches» o «limpiavidrios» para cometer delitos o financiar adicciones van a dejar de hacerlo sólo por recibir multas, días de cárcel o trabajos comunitarios?

– ¿Se cree, de verdad, que estas medidas realmente ayudarán a encauzar las situaciones problemáticas o se las impulsa, simplemente, para tapar el problema?

El viernes pasado, nuestro arzobispo, Ángel Rossi S.J., en el marco de la presentación del libro “Nadie se salva solo”, sobre el abordaje de las adicciones, compartió una experiencia vivida durante una visita del fallecido papa San Juan Pablo II a la ciudad de Santo Domingo, en República Dominicana, donde pudo ver el llamado “muro de la vergüenza”, construido para tapar a los sectores más pobres. Este testimonio nos interpela profundamente: no se trata de esconder la pobreza, sino de generar trabajo registrado, promover la inclusión y brindar oportunidades reales para ir derribando esos muros.

Ante problemáticas tan complejas, no existen soluciones mágicas. Es necesaria una construcción colectiva, donde el verdadero diálogo sea el protagonista.

Que Jesús, rostro misericordioso del Padre, ilumine nuestro camino y fortalezca nuestro compromiso con los más necesitados.

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