Desde 2015, esta organización se dedica al rescate, rehabilitación y adopción de animales con movilidad reducida y perros ancianos, promoviendo la no eutanasia por discapacidad y demostrando que estos animales pueden llevar una vida plena y normal.
La Fundación Discas, ubicada en Córdoba Capital, trabaja incansablemente desde hace casi una década para brindar un futuro a animales que a menudo son ignorados o destinados al sacrificio. Su labor se centra en el rescate y rehabilitación de perros mayormente paralíticos —con discapacidad posterior y falta de sensibilidad— así como de animales ancianos que superan los 8 o 9 años de edad.
Según explican desde la organización, el objetivo primordial es concientizar a la sociedad para que se informe antes de optar por medidas drásticas: «un perro con discapacidad no debe ser sacrificado, ya que con los cuidados adecuados puede ser tan compañero y agradecido como cualquier otro» afirman desde Discas.
El cuidado de estos animales, conocidos cariñosamente como «discas», se basa en tres pilares fundamentales: buena alimentación, higiene rigurosa y protección de las extremidades. Dado que muchos se desplazan por arrastre, es vital proteger sus patas con vendas o «bolsas de arrastre» para evitar infecciones que pongan en riesgo su vida. En cuanto a la salud, la fundación sostiene una política de terapias no invasivas, como la fisioterapia, acupuntura y sonoterapia, evitando cirugías de columna que consideran traumáticas y de bajo éxito, priorizando siempre una alta calidad de vida.
Para sostener su estructura, la fundación depende de la solidaridad de la comunidad. Se financian a través de madrinas y padrinos con aportes fijos, donaciones de insumos (pañales de adultos/niños y alimento medicado) y un emprendimiento de moda circular con un local en Alta Córdoba. Además, cuentan con diversos grupos de voluntarios que se encargan desde la difusión en redes hasta el traslado de los animales y la gestión de hogares de tránsito. El mensaje final de la fundación es claro: los animales no tienen autocompasión y se adaptan a su nueva condición rápidamente; solo necesitan una familia dispuesta a acompañarlos en su rutina.

