Este 25 de julio se cumplen 49 años del asesinato de Wenceslao Pedernera, un militante campesino, padre de familia y referente del Movimiento Rural Cristiano en la provincia de La Rioja. Su vida, entregada a la organización de los sectores más postergados, fue brutalmente interrumpida por la represión de la última dictadura cívico-militar.
Pedernera fue asesinado a los 39 años por un grupo de tareas del Ejército, en su casa de Sañogasta, delante de su esposa y sus tres hijas. Fue acribillado a balazos y falleció horas más tarde en el hospital de Chilecito. Su “delito” había sido promover la solidaridad entre los trabajadores rurales, fomentar el cooperativismo, la formación bíblica y el acceso justo a la tierra.
Nacido en San Luis en 1936, se trasladó con su familia a La Rioja buscando mejores condiciones de vida. Allí se sumó al Movimiento Rural Cristiano, impulsado por el entonces obispo Enrique Angelelli, y rápidamente se convirtió en referente de su comunidad. Según testimonios de la época, su palabra tenía peso entre los cosecheros de uva, los trabajadores de la finca y los vecinos de Sañogasta.
Desde el poder económico local, y bajo la complicidad de las Fuerzas Armadas, su figura fue señalada como “peligrosa” por su capacidad de organización y por poner en práctica una fe profundamente comprometida con la realidad de los pobres. En el marco del terrorismo de Estado, fue incluido en las listas negras que marcaron a cientos de militantes, referentes sociales y religiosos.
Justicia tardía
Recién en 2023 —tras casi cinco décadas de impunidad— se dictó sentencia por su crimen. El exgendarme Eduardo Britos fue condenado a prisión perpetua por su participación en el asesinato, en un juicio que se unificó con otras causas por delitos de lesa humanidad cometidos en La Rioja.
Memoria viva
En 2019, el Papa Francisco beatificó a Wenceslao Pedernera junto a Angelelli y los sacerdotes Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville, también asesinados por la dictadura. Desde entonces, es reconocido como mártir de la fe por la Iglesia Católica, y su figura representa el testimonio de una espiritualidad que no se desentiende de la injusticia social, sino que la enfrenta con coraje y ternura.
“No odien, ya los perdoné”, fueron las palabras que, según su esposa Marta, dijo antes de morir. Esa frase resume la profundidad de su fe y la coherencia con la que vivió hasta el último momento.
En homenaje a su legado, la Mutual Carlos Mugica decidió nombrar su Salón de Usos Múltiples (SUM) como “Wenceslao Pedernera”, reafirmando su compromiso con los valores de solidaridad, organización popular y justicia social que guiaron su vida.