La crisis económica sigue golpeando de lleno a la mesa de las familias argentinas. Según el último informe del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, 4,3 millones de niños, niñas y adolescentes enfrentaron inseguridad alimentaria en el último año: debieron reducir porciones o reemplazar alimentos saludables por otros más baratos y de menor calidad nutricional.
El informe titulado “Inseguridad alimentaria en la infancia argentina: un problema estructural observado en la coyuntura actual” revela que la situación afecta cada vez más a sectores medios:
- Entre los chicos de clase media empobrecida, el 23,3% sufrió privaciones alimentarias, superando incluso los niveles de la pandemia (21,7% en 2020) y duplicando los datos de 2014 (10,4%).
- Entre los hogares de clase media alta, el fenómeno escaló al 5,9%, más del doble que en 2023 (2,8%).
El encarecimiento de alimentos y servicios, junto al estancamiento de ingresos, obligó a reorganizar prioridades: en muchas familias, se ajusta la comida, la ropa y el transporte para sostener gastos clave como la educación privada o la medicina prepaga.
El informe destaca que en las familias de clase media baja predomina el empleo informal, sin acceso a obra social ni estabilidad laboral, lo que agrava la inseguridad alimentaria.
Esta tendencia revela que la crisis económica impacta de forma transversal, afectando no solo a los hogares más vulnerables, sino también a quienes hasta hace poco lograban sostener un nivel de vida más estable.