Por un lado, la catástrofe que ha asolado el corazón de Filipinas: al menos 400 muertos, decenas de desaparecidos y 8 millones de personas afectadas en 11 regiones, según datos de la ONU. Por otro, la llamada «frontera de la vergüenza», la situada entre Bielorrusia y Polonia, donde los inmigrantes varados durante meses siguen muriendo sin que ni siquiera los medios de comunicación informen de su tragedia. En medio, la solidaridad del Papa, cuya mirada se dirigió a ambas crisis con la decisión de enviar 100.000 euros a los dos frentes humanitarios de ayuda.
Filipinas, ayuda inmediata
Francisco ha encomendado al Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral la tarea de hacer llegar el dinero a Filipinas, con la colaboración de la nunciatura apostólica local. Los destinatarios serán -informa un comunicado del departamento vaticano- las «diócesis más afectadas por la catástrofe» y la contribución, destinada a «obras de asistencia» en esta fase de emergencia, quiere ser «una expresión inmediata del sentimiento de cercanía espiritual y de aliento paternal del Santo Padre hacia las personas y territorios afectados», ya expresado en el Ángelus del pasado 19 de diciembre. La contribución, se precisa, es «parte de la ayuda que se está activando en toda la Iglesia católica y que implica, además de a varias Conferencias Episcopales, a numerosas organizaciones caritativas».
En tierra de nadie
La misma decisión, por parte del Papa, se refería también a la larga emergencia en esa tierra de nadie -sobre todo de no derechos y, por tanto, un «paraíso» para todo tipo de tráfico, empezando por el de personas- que es desde hace meses la franja de tierra que separa Bielorrusia de Polonia, con miles de personas intentando entrar en Europa en cinco meses. Para aliviar su situación, Francisco ha destinado 100.000 euros para apoyar a Cáritas Polska en su labor asistencial en un escenario, dice la nota, en el que persiste una «situación de conflicto que se prolonga desde hace más de 10 años».
Fuente: Vatican News