El histórico Barrio SEP de Córdoba, hogar de 11 mil habitantes, enfrenta un severo deterioro en su infraestructura, una alarmante inseguridad y la percepción de un abandono estatal, mientras un grupo de vecinos se organiza para defender su hogar y el futuro de sus hijos.
Barrio SEP es un vecindario con más de 48 años de historia, caracterizado por ser un conjunto de monoblocks y casas que alberga a cerca de 11.000 habitantes. Sebastián Contreras, presidente del centro vecinal, describe una realidad compleja y desafiante, donde el deterioro es palpable y los problemas se acumulan.
La infraestructura del barrio, que en esencia son tres barrios en uno debido a su tamaño y división en etapas, está en una situación crítica. Las luminarias, los cables y los gabinetes de luz son muy antiguos y carecen de mantenimiento, generando constantes inconvenientes. El abastecimiento de agua es un problema recurrente, ya que el tanque original fue diseñado para una población menor y ahora el barrio está sobresaturado, lo que provoca que los vecinos se queden sin agua. Las cloacas también están colapsadas y suelen desbordarse dentro de las casas.
Además, un problema estructural grave afecta a cuatro monoblocks que se están hundiendo, lo que genera un efecto «dominó» que rompe cañerías y socava las bases, con escaleras que ya están cediendo. El barrio también padece el crecimiento de maleza en espacios verdes y el abandono de vehículos.
La inseguridad es otro eje central de la preocupación vecinal. Según Contreras, «la policía no ingresa adentro de los monoblocks, a pesar de que hay un destacamento policial en el barrio y la presencia del paco es lo que terminando de hundir al barrio. La falta de contención adecuada para los jóvenes es una herida abierta; los niños crecen viendo consumo de drogas y robos, lo que lleva a que las cosas que no son normales pasen a ser normales. Es por esto que la falta de apoyo y respuesta constante de las autoridades municipales y gubernamentales agrava la situación».
Al ser los monoblocks considerados un espacio privado, la municipalidad no ingresa directamente a trabajar en ellos, lo que dificulta enormemente la obtención de recursos y asistencia. Aunque ha habido promesas de intervención de la secretaría de vivienda y el IPV para los monoblocks que se hunden, estas son a largo plazo.
Frente a este panorama, la comunidad del barrio SEP demuestra una notable resistencia y un fuerte sentido de pertenencia. Un grupo de 15 padres, autodenominado «Unidos por Ser«, ha tomado la iniciativa de luchar diariamente por el mantenimiento y la recuperación del barrio. Estos vecinos, distribuidos estratégicamente en las diferentes partes del barrio, se comunican para resolver problemas como cortes de agua o luz, demostrando una gran solidaridad. Han logrado avances en la recuperación del polideportivo y buscan impulsar el deporte como herramienta de contención para la juventud, con la esperanza de que los niños miren hacia otro lado.
A pesar de que la organización de consorcios de propietarios para el mantenimiento edilicio es un proceso lento y complicado, especialmente porque muchos vecinos son mayores o viven con miedo, ya hay dos monoblocks que han avanzado en la formación de sus propios consorcios y están restaurando sus plazas.