El domingo de Pascua de 2020, una de las celebraciones cristianas más importantes del
calendario religioso, el Papa Francisco emitió una carta destinada a los movimientos
populares. Allí expresa abiertamente la necesidad de pensar en un ingreso universal a
la luz de las desigualdades que ha acentuado la pandemia: “Ustedes, trabajadores
informales, independientes o de la economía popular, no tienen un salario estable
para resistir este momento… y las cuarentenas se les hacen insoportables. Tal vez sea
tiempo de pensar en un salario universal que reconozca y dignifique las nobles e
insustituibles tareas que realizan; capaz de garantizar y hacer realidad esa consigna tan
humana y tan cristiana: ningún trabajador sin derechos”.
La idea de un salario universal vuelve a tomar fuerzas este año. Durante la pandemia el
gobierno nacional creo el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) aunque se trató de una
propuesta extraordinaria.
“Para nosotros es imprescindible la creación de un salario social universal, más aún en
este contexto socio económico y teniendo en cuenta la existencia de la ley de
emergencia social n° 27200 sancionada en 2016 y que ya está creado el salario social
complementario, por lo que solo se tendría que universalizar como es el caso de la
AUH”, manifestó Marco Galán, presidente de la mutual Carlos Mugica y miembro de la
mesa promotora de UTEP.
Actualmente 1 millón de personas perciben el salario social complementario, en el país
a través del programa Potenciar Trabajo: “es un programa que está más acotado, más
focalizado, el IFE demostró que alrededor de 9 millones de argentinos y argentinas que
no tenían trabajo con derecho, no eran formales, no eran regulares y entendíamos que
el paso siguiente era formalizarlos, porque la mayoría de ellos no son trabajadores que
están en negro trabajando para un negocio o una empresa. Estimamos que casi unos
cinco millones de trabajadores y trabajadoras no van a tener la oportunidad de
ingresar al mercado formal, porque la incorporación de tecnología en el campo o en las
fábricas, por ejemplo, va incorporando cada vez menos trabajadores, porque el
modelo productivo que incorpora tecnología sin control social, provoca que las
máquinas reemplacen la mano de obra humana”, completó el referente social.
“Después del IFE no vino el SSC universal que es lo que esperábamos y esta realizad de
pobreza se está tornando difícil para millones de argentinos”, expresó Galán.
Lo que se propone es que trabajadores y trabajadoras perciban el equivalente del 50
por ciento del salario mínimo, vital y móvil que desde el 1 de julio asciende a $27.216
tras el adelanto publicado en el Boletín Oficial el pasado miércoles.