(Nota con algunas aclaraciones entre paréntesis).
Si algo quedó en marcada evidencia en el marco de la Pandemia del Covid-19 son las grandes desigualdades que existen en las Sociedades de todo el Mundo. Por ejemplo, cuando hablamos de educación y ante la necesidad de mantener los vínculos pedagógicos de manera virtual, y pese al esfuerzo de los docentes y alumnos de los distintos niveles educativos, se vio que no todos tenían el mismo nivel de acceso a conectividad a internet. (Algunos descubrieron América).
Ya se habló mucho de esto, pero hasta ahora no se hizo demasiado. O al menos parece lenta la reacción de los gobiernos para achicar estas diferencias. (Recién ahora se vuelven a comprar notebooks para los chicos).
En el caso particular de los cursos de capacitación y formación laboral gratuitos que por lo general financian los Estados, o suelen llegar a través de ONG u otras instituciones a los sectores populares, la situación es parecida y merece echarle una mirada atentos a esta realidad. (Está complicada la cosa).
El objetivo de estas capacitaciones, se dice siempre que “apunta al mejoramiento de la calidad de vida y la potenciación de las capacidades de los actores de la Economía Popular”. (Lo puse entre comillas porque siempre se dice mas o menos lo mismo).
Por un lado, la doble función de estas capacitaciones laborales, que no solo brindan herramientas para enfrentar el duro mundo laboral, sino que también son espacios de contención y desarrollo de la autoestima de las personas que cotidianamente viven una dura realidad. Pobreza, situaciones de violencia, falta de oportunidades y otras tantas desgracias, por así decirlo, se pueden combatir con estas armas. (La gente valora mucho eso).
La capacitación te empodera no solo de habilidades o destrezas en algún oficio, sino que además te proyecta con cierta fortaleza hacia un mundo hostil de falta de oportunidades. (Podría llevar comillas también este párrafo).
El escenario de juntar un grupo de 25 personas en un curso de peluquería en el salón comunitario del barrio, hoy, se ve muy difícil de imaginar. La capacitación virtual para estos sectores no es moneda común. Por falta de práctica. Por falta de conectividad (no hay wifi, los datos son caros). (¿Cómo hacemos entonces?).
El presidente Alberto Fernández declaró vía decreto como servicios públicos a la telefonía celular, a los servicios de internet y a la televisión paga y congelar hasta el 31 de diciembre las tarifas de los tres servicios. (¿Se podrá implementar? ¿Alcanza? ¿Los grupos económicos concentrados dueños de estos servicios aceptaran callados estos cambios?).
Por otro lado, el “quédate en tu casa” del distanciamiento social, preventivo y obligatorio del gobierno en estos sectores se hace muy difícil. Hay que salir diariamente a buscar la comida. (No hay onda para cursos).
Sin dudas que lo importante hoy en este contexto es actuar solidaria y responsablemente, como siempre suelen hacer los sectores de los barrios populares, a través de organizar comedores y merenderos. (Por ejemplo)
Los saberes aprehendidos en otros tiempos, a través de estas capacitaciones, sirven hoy para confeccionar barbijos, preparar y vender alcohol en Gel, o hacer pan o tortillas. (No queda otra).
Los trabajadores y trabajadoras de la economía popular, que representan al sector social, productivo y laboral que resultará mas golpeado por la pandemia, seguramente se mantendrán de pie y dispuestos a seguir adquiriendo saberes para mejorar su potencialidad.
(Pero tendrá que ser más adelante).