En una nueva edición de Aula Abierta, compartimos una charla profunda y enriquecedora sobre la educación, el aprendizaje y la forma en que podemos repensar los espacios escolares. Contamos con la presencia de Cristina Vitale, arteterapeuta y coordinadora de WUNYO, la Escuela de Arte, Terapia y Educación Activa, y Utz Gregorczuk, colaboradora en comunicación.
La propuesta de esta columna se centró en la sincronía en materia educativa, un concepto que invita a volver a lo orgánico y natural, poniendo el foco en los intereses de cada estudiante. Cristina explicó que este enfoque busca correrse de la idea tradicional del aula, donde el pizarrón y el docente están en el centro como figuras de poder, para que el aprendizaje se dé en ronda, de manera transversal y colectiva.
“Queremos que el aprendizaje nazca de la propia interioridad de cada persona, de sus intereses reales, y no de una orden externa que le pide que preste atención. Así aprendemos cuando somos niños: explorando el mundo con curiosidad, sin divisiones ni clasificaciones”, expresó Cristina.
A partir de esta mirada, la sincronía se convierte en una herramienta clave. Implica observar los puntos en común dentro de un grupo y tejer un aprendizaje conjunto, en lugar de imponer contenidos. “En lugar de que un maestro diga ‘hoy aprendemos plano inclinado’, se propone una experiencia donde los chicos lo descubren jugando, construyendo, creando. El conocimiento está ahí, pero surge de manera natural”, explicó.
Durante la charla, se compartieron ejemplos concretos, como talleres donde se integran multiplicaciones con poesía a través de materiales concretos, o proyectos en los que estudiantes diseñan y programan videojuegos, y a partir de eso aprenden física, historia medieval, matemática y arte.
Cristina destacó que este enfoque también integra a las familias, quienes muchas veces sienten temor ante pedagogías nuevas. Por eso, se implementan herramientas como la “bitácora de los viernes”, donde los chicos traducen lo que aprendieron a un lenguaje más formal para compartirlo con sus padres y madres.
Uno de los puntos más interesantes que se abordó fue la importancia de no encerrar los intereses en salidas laborales inmediatas, algo que suele imponer el sistema actual. Cristina remarcó que un gusto por la cocina, por ejemplo, no tiene por qué terminar necesariamente en una carrera como chef: puede convertirse en una experiencia sensorial, un camino creativo o un espacio de autodescubrimiento.
“El capitalismo nos hizo creer que todo interés tiene que transformarse en un trabajo con un sueldo. Eso genera callejones muy angostos. Muchos adultos se sienten atrapados después de años en una profesión que ya no les llena, sin imaginar que pueden aprender algo nuevo y diferente”, reflexionó.
Con esta columna, Aula Abierta nos invita a repensar la educación como un proceso vivo, que respeta los ritmos y deseos de quienes aprenden. Como resumió Cristina: “Los niños nos van guiando. Si confiamos en ellos y en su curiosidad natural, vamos a descubrir una forma de enseñar y aprender mucho más genuina, alegre y humana”.
Escuchá la columna completa con Cristina Vitale y Utz Gregorczuk acá: