Dos cooperativas de trabajo conformadas por personas privadas de su libertad o ex presidiarios, junto a sus familias, se volcaron a la fabricación de barbijos y entre ambas están produciendo 25.500 unidades por semana, que son destinadas al sistema de salud y al carcelario.
Se trata de las asociaciones «Ziza» que funciona en la Unidad Penitenciaria N° 6 de Rosario y «Kbrones» que tiene su taller en el barrio porteño de Barracas; dos ejemplos de reconversión en medio de la crisis carcelaria y del momento crítico que atraviesa el sector cooperativo.
Integrada por 23 hombres privados de su libertad y nueve familiares (ocho mujeres y un varón) que participan desde afuera, la cooperativa Ziza ya se dedicaba a la producción textil -como remeras para escuelas- pero ahora está confeccionando 500 barbijos por semana para el Ministerio de Salud de Santa Fe y el Servicio Penitenciario provincial.
La agrupación nació en 2016 y es la primera experiencia con estas características -una sede dentro de la cárcel y otra extramuros- en la provincia de Santa Fe y la segunda en Argentina, que actualmente funciona gracias a la articulación entre la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y la Federación de Cooperativas de Trabajo de la República Argentina (FECOOTRA), que forma parte de la Confederación Argentina de Trabajadores Cooperativos Asociados (Conarcoop).
(Télam)