El 29 de mayo de 1969 Córdoba fue escenario de una de las rebeliones populares más emblemáticas de la historia argentina: el Cordobazo, un levantamiento obrero-estudiantil que puso en jaque a la dictadura militar de Juan Carlos Onganía y que, con el paso del tiempo, se convirtió en un hito en la memoria colectiva del movimiento popular.

El estallido fue el resultado de un proceso de acumulación de tensiones. Desde principios de ese año, los gremios industriales más fuertes, encabezados por el Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor (Smata) y la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), venían denunciando el congelamiento salarial, la represión sindical y las condiciones laborales impuestas por el gobierno. Al mismo tiempo, los movimientos estudiantiles protagonizaban protestas en defensa de la universidad pública y contra la intervención militar en las casas de estudio.
La represión violenta del gobierno a las protestas estudiantiles y la muerte del estudiante Santiago Pampillón en 1966 habían sellado una alianza estratégica entre los sectores juveniles y el movimiento obrero, que encontraría su punto más alto en el Cordobazo. El paro activo convocado por la CGT local, liderada por Agustín Tosco (Luz y Fuerza), Elpidio Torres (Smata) y René Salamanca (UOM), fue acompañado masivamente por los estudiantes, quienes salieron a las calles junto a los trabajadores para enfrentar a las fuerzas represivas.

Las columnas obreras partieron desde las fábricas y los barrios, mientras que los estudiantes descendían desde Ciudad Universitaria. El centro de Córdoba fue el epicentro de enfrentamientos, barricadas, quema de vehículos oficiales y manifestaciones multitudinarias. La respuesta del gobierno fue brutal: envío de tropas, estado de sitio, persecuciones y detenciones.
A pesar de la represión, el Cordobazo logró lo impensado: quebrar el discurso de orden y autoridad de la dictadura. La figura de Onganía quedó severamente debilitada y, un año después, fue desplazado. La unidad entre clase trabajadora y movimiento estudiantil inauguró una etapa de luchas sociales más intensas, que influirían en la historia política y sindical de las décadas siguientes.
Desde entonces, el Cordobazo se recuerda no solo como una gesta de resistencia, sino como una expresión de organización colectiva desde abajo, protagonizada por quienes en ese momento fueron considerados “el enemigo interno” por el régimen militar. A 55 años, los gremios y centros de estudiantes de Córdoba y del país lo reivindican como un ejemplo de unidad en la lucha contra la injusticia, el autoritarismo y la represión.
“Hoy, más que nunca, el Cordobazo nos interpela”, afirman desde las organizaciones estudiantiles y sindicales, en un contexto en que la protesta social vuelve a ser criminalizada y se cuestionan derechos conquistados por décadas de organización popular.