El Papa argentino Francisco cumple 10 años de pontificado el 13 de marzo de 2023. Un hombre sencillo que busca una iglesia sencilla.
Él, ha sostenido que el planeta “está ávido de puentes y no de muros” y se ha dedicado a construir puentes por sobre las grietas y los conflictos.
Transitó caminos difíciles, no fue a lugares en los que lo vivaran sólo por su investidura, se arriesgó. Viajó a EEUU, pero antes pasó por Cuba. Todo un testimonio. Dejó en claro que América Latina no es el patio trasero de nadie.
Estuvo en Canadá para «pedir disculpas a los indígenas por los abusos que sufrieron en los internados dirigidos por la Iglesia Católica» y en Ecuador, Bolivia y Paraguay se ocupó de solicitar “perdón por los crímenes de la conquista de América contra los indígenas” e invitó a «pasar de la lógica del dominio, del aplastar y manipular, a la lógica del acoger, recibir y cuidar» al prójimo.
Ha pedido firmemente «solidaridad con los migrantes en general y en particular los que tratan de alcanzar Europa”, muchos de ellos, “en peligrosas travesías».
Con preocupación advirtió sobre el peligro de “soluciones inequitativas” en el conflicto, no resuelto, entre israelíes y palestinos.
Enarboló la necesidad del cuidado del medio ambiente en “la casa común”, en su encíclica “Laudato Si´”, documento profundo sobre los distintos perfiles del tema y la necesidad de encararlo entre todos, con responsabilidad. Invitó e invita a salir a las “periferias geográficas y existenciales”, “al encuentro de los más alejados, de los olvidados, de quienes necesitan comprensión, consuelo y ayuda».
Admitió, que la Iglesia ignoró o silenció los abusos sexuales a menores durante mucho tiempo: dijo «Nunca más», “tolerancia cero” en ello.
En la Carta Encíclica “Fratelli Tutti” afirmó, que “`Abrirse al mundo´ es una expresión que hoy ha sido cooptada por la economía y las finanzas. Se refiere exclusivamente a la apertura a los intereses extranjeros o a la libertad de los poderes económicos para invertir sin trabas ni complicaciones en todos los países. Los conflictos locales y el desinterés por el bien común son instrumentalizados por la economía global para imponer un modelo cultural único”.
A su vez, Francisco sostuvo que, “la tecnología no puede reemplazar el contacto humano, lo virtual no puede reemplazar lo real, ni las redes sociales pueden reemplazar lo social, estamos en la tentación de lo virtual sobre lo real: esta es una fea tentación».
Ha trabajado intensamente por el encuentro interreligioso. Así, en Diálogo con el Islam, en Abu Dabi, en 2019, el Papa Francisco con el Gran Imán sunita Ahmad Al-Tayyeb, uno de los máximos referentes de la religión musulmana, suscribieron el “Documento sobre la Fraternidad Humana, por la Paz Mundial y la Convivencia Común”. En dicho documento sostuvieron, que lo hacían: “En el nombre de Dios que ha creado todos los seres humanos iguales en los derechos, en los deberes y en la dignidad, y los ha llamado a convivir como hermanos entre ellos, para poblar la tierra y difundir en ella los valores del bien, la caridad y la paz. En el nombre de la inocente alma humana que Dios ha prohibido matar, afirmando que quien mata a una persona es como si hubiese matado a toda la humanidad y quien salva a una es como si hubiese salvado a la humanidad entera. En el nombre de los pobres, de los desdichados, de los necesitados y de los marginados que Dios ha ordenado socorrer como un deber requerido a todos los hombres y en modo particular a cada hombre acaudalado y acomodado”. Agregaron, que también lo hacían “En el nombre de los pueblos que han perdido la seguridad, la paz y la convivencia común, siendo víctimas de la destrucción, de la ruina y de las guerras. En nombre de la `fraternidad humana´ que abraza a todos los hombres, los une y los hace iguales. En el nombre de esta fraternidad golpeada por las políticas de integrismo y división y por los sistemas de ganancia insaciable y las tendencias ideológicas odiosas, que manipulan las acciones y los destinos de los hombres. En el nombre de la libertad, que Dios ha dado a todos los seres humanos, creándolos libres y distinguiéndolos con ella”.
También estuvo con el líder de la confesión chiita del islam el Gran ayatollah Ali Sistani, descendiente mítico del profeta Mahoma y con el Patriarca Supremo de los Budistas tailandeses.
Además, el Papa en contacto con referentes de la religión Judía, señaló que “los judíos y católicos compartimos tesoros espirituales inestimables”.
Desde una actitud ecuménica, se acercó a las otras iglesias cristianas y en su visita a Suecia, asistió a las celebraciones por los 500 años de la reforma protestante iniciada por Martín Lutero.
A su vez, el Papa ha dicho, «frente a la cultura de la ilegalidad, de la corrupción y del enfrentamiento», el cristiano está llamado a dedicarse al «bien común», también con el compromiso «en la política» y pide fomentar entre los jóvenes «una nueva consideración del empeño político» para garantizar las instituciones democráticas.
También, dijo a los jóvenes, que deben tener presente, que la Virgen María es la “influencer” de Dios en la historia.
Propuso los cuatro principios para la construcción de un pueblo: “el tiempo es superior al espacio; la unidad es superior al conflicto; la realidad prevalece sobre la idea; y el todo es más que las partes y la mera suma de las partes”.
Preocupado por la guerra en Ucrania y otras que se dan en diversas escalas y lugares ha dicho, que una “guerra es siempre, como sea y en todas partes, una derrota para toda la humanidad». “Para conseguir la paz se necesita valor, mucho más que para hacer la guerra”.
Francisco ha significado, que «la desinformación es probablemente el principal pecado en el que incurre un medio» de comunicación e instó, a que “el periodismo sea más claro, transparente”. Señaló que, “la concentración monopólica de los medios de comunicación social, que pretende imponer pautas alienantes de consumo y cierta uniformidad cultural, es otra de las formas que adopta el nuevo colonialismo. Es colonialismo ideológico”.
También el Papa condena el llamado Lawfare y dijo, que “La guerra jurídica es también una guerra de tipo mediático”, una “batalla asimétrica”, donde una de las partes tiene prácticamente la suma del poder real, “Ya que, sumados el poder político y económico, también detenta el control sobre un sector importante de la justicia y de los medios de comunicación masivos”.
Francisco señala la trampa económica en la que está inmerso el mundo en un capitalismo financiero de especulación y nos compromete a defender la dignidad de las personas y de los pueblos. En esto propone, firmemente, establecer un “salario mínimo universal”, para que todos puedan tener acceso a «los más elementales bienes de la vida».
Con particular firmeza sostiene que, no nos pueden robar la fraternidad con las voces que alimentan la división y la fragmentación y afirma, que “El mundo no puede dar cabida a los fabricantes del odio”.
Francisco, como mensajero de la palabra de Dios, da la esperanza que ilumina la vida.
Miguel Julio Rodríguez Villafañe
Abogado constitucionalista cordobés y periodista de opinión