En el corazón de barrio Obispo Angelelli, la Escuela para jóvenes y adultos Paula Albarracín abre sus puertas a jóvenes y adultos de todas las edades, demostrando que nunca es tarde para aprender y completar ese capítulo pendiente en la vida.
La Escuela primaria para jóvenes y adultos Paula Albarracín, ubicado en barrio Obispo Angelelli de Córdoba, ofrece una segunda oportunidad educativa a jóvenes y adultos que, por diversas razones, no pudieron completar sus estudios primarios en su momento. Con una matrícula actual de 24 alumnos, la escuela recibe estudiantes desde los 14 años sin límite de edad, siendo Cruz, de 77 años, el estudiante de mayor edad y una alumna de 15 años la más joven.
Los estudiantes se dividen en diferentes niveles, desde alfabetización para quienes aprenden a leer y escribir, hasta el segundo ciclo para aquellos próximos a egresar. El título obtenido tiene validez oficial, permitiendo a los egresados continuar sus estudios secundarios en el mismo barrio y las mismas instalaciones, a través de la escuela.
Las motivaciones para asistir son diversas y conmovedoras. Cruz, quien dejó la escuela a los 15 años para trabajar, asiste junto a su esposa, convencido de que «aprender no tiene edad y el saber no ocupa lugar». Gabi encontró en la escuela la posibilidad de aprender a escribir para gestionar su pequeño negocio, una habilidad que le había faltado toda su vida. Gregoria, a pesar de la distancia, disfruta de la oportunidad de mejorar su lectura y ortografía con la paciencia de las maestras. Rufina Duarte, de 36 años y madre, se motiva a estudiar para ayudar a su hija en el futuro, incluso llevando a su bebé a clases ocasionalmente.
Las docentes, como Karina, quien vive su primera experiencia en educación de adultos, expresan el orgullo de trabajar con personas tan deseosas de aprender, destacando que esta modalidad es completamente distinta a la escuela tradicional. La directora, Lili, con 34 años de experiencia, subraya el aprendizaje mutuo entre alumnos y docentes, enfatizando que los educadores también se nutren de las diversas historias de vida de los estudiantes.
A pesar de funcionar desde 1997 y haber deambulado por diferentes espacios sin un lugar propio, la escuela, que ocupa el comedor de adultos mayores desde 2009, sigue adelante con su valiosa labor. La iniciativa es un claro ejemplo de que siempre hay oportunidades y que el compromiso con la educación puede transformar vidas en la comunidad de Córdoba.
