Conversamos con Esteban «Gringo » Castro, secretario general de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular. Discutimos sobre las consecuencias de la crisis y la pandemia en los barrios populares y la propuesta de la UTEP para un país que garantice la vida digna de todos y todas.
Hizo referencia a la necesidad de discutir un proyecto de país nuevo, distinto, que permita hacerle frente a la situación de crisis en la que se vive en los barrios populares: “Nuestra propuesta es salir con trabajo”, comenta.
La UTEP, viene presentando una serie de propuestas que ponen el eje en las 3 T: Techo Tierra y Trabajo para todo el pueblo argentino. En este sentido, se propone la creación de nuevas ciudades que permitan descomprimir los conurbanos y distribuir la población de manera tal que se aseguren vidas dignas.
La pandemia, señala el secretario general de la UTEP, visibilizó las condiciones de hacinamiento en las que viven muchas personas y es necesario que esto cambie para que se pueda acceder a los servicios que posibiliten una vida digna. En esta línea, señala el Gringo, es urgente mejorar los barrios populares, a través de la creación de un millón de viviendas que generarían cuatro millones de puestos de trabajo: “el hacinamiento en un país con tanto lugar donde vivir, es contrario a la dignidad humana, necesitamos discutirlo”.
Además la propuesta de la UTEP implica la posibilidad de usar las millones de hectáreas del estado nacional para construir chacras, para quienes quieren trabajar en la tierra. Esto se traduce en mayor soberanía alimentaria y producción nacional de alimentos sanos y a bajos precios.
Comenta que este proyecto, le llegó al presidente Alberto Fernandez: “necesitamos un estado que nos escuche y dinamice estas propuestas que generarían trabajo”, señala.
Remarca la relevancia de pensar y discutir el país que se viene después de la pandemia en el que habrá más pobreza y desocupación, resultado esperado porque, al decir de Esteban, los compañeros y compañeras no están pudiendo trabajar: “son debates que necesitamos instalar, y hay que incorporar más sectores para eso”, comenta.
Hace referencia también a la necesidad de que los y las trabajadoras de la economía popular cobren un salario por encima del mínimo vital y móvil, reconociendo así el trabajo que han sabido construir en la calle y en el barrio, aún en condiciones sumamente adversas.
Plantea también la necesidad de que se lea a la situación de crisis en la que se vive hoy, como consecuencia de treinta años de neoliberalismo y globalización: “desde la dictadura para acá, se abrió la puerta a un proyecto neoliberal y de globalización que destruye nuestra identidad. Antes había empleo y con derechos.”
Ante esto, plantea: “hay que construir procesos que ofrezcan un camino distinto a nuestro pueblo, con organización comunitaria y propuestas concretas de cómo desarrollar un país más integrado.” Un país más integrado, dice, en el que no exista por un lado un conjunto minoritario fuertemente enriquecido, y por el otro una pobreza extrema como la que se vive hoy en los barrios populares: “eso es vergonzoso que siga sucediendo, y las vidas que se van son la de nuestros compañeros.”
Para llevar adelante este proceso de construcción de un país con justicia y dignidad, dice, “la construcción de comunidad es la garantía del futuro.”
En las comunidades, vienen llevando adelante múltiples acciones para llegar donde el Estado no llega en un contexto adverso al que se le suma la pandemia del covid-19. Dice: “el mayor nivel de resistencia comunitaria contra el virus, son las ollas populares, que garantizan la vida y el amor.” Hay millones de familias, señala, que están comiendo gracias a la solidaridad, valor fundamental para desarrollar un proyecto de país con dignidad para todos y todas en el que la economía ponga el eje en los seres humanos.
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