La docente y referente del Sindicato de Docentes y Educadores en Contextos de Encierro, que desde hace quince años da clases en el Complejo Penitenciario de Florencio Varela, cuenta desde adentro cómo es trabajar en una escuela de cárcel y cuál es la situación de las personas presas en los penales bonaerenses.
La pandemia puso en evidencia la gravísima situación en la que miles de personas están presas en nuestro país y en el mundo. Pero desde hace décadas las condiciones inhumanas de detención, el hacinamiento, las torturas, el hambre, las muertes por enfermedades prevenibles y en manos de los Servicios Penitenciarios, se mantuvieron hasta la actualidad por todos los Gobiernos.
Lo que se sabe sobre lo que sucede dentro de las cárceles del país, poco o casi nada proviene de fuentes oficiales, que mantienen lo más oculta posible la realidad de las más de cien mil personas que están privadas de su libertad.
Lo que sale a la luz, es por las denuncias de las y los presos, sus familiares y organismos de derechos humanos.
Entrevistamos a Ester Cohen, docente en el Complejo Penitenciario de Florencio Varela desde hace quince años. Además es Secretaria de Organización y Movilización del Sindicato de Docentes y Educadores en Contextos de Encierro (Sidece).
Las y los docentes de las escuelas de cárcel conocen profundamente ese mundo casi invisible, pero brutal. Nada tienen que ver con el Servicio Penitenciario, trabajan en relación de dependencia de la Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires.
¿Cómo es ser docente de cárcel?
Lo primero que me gustaría decir es que la escuela de cárcel es el único lugar de resistencia y construcción de la subjetividad que tiene un ser humano encerrado.
Yo doy clases de Filosofía y Educación Cívica en todas las Unidades Penales del Complejo de Florencio Varela. Allí el Servicio Penitenciario bonaerense asesinó a Federico Rey, durante una represión mientras junto a los demás detenidos reclamaban lo mismo que miles de presos de las cárceles de todo el país ante la pandemia.
Este pibe tenía veintidós años, una hijita de meses, estaba por salir. Hacía cuatro años que estaba preso por el robo de un celular, sin antecedentes, con mucho miedo por morir de Covid_19 en la cárcel. Los presos hicieron una protesta para ser escuchados, no un motín, y los agentes penitenciarios los atacaron con balas de plomo.
El servicio penitenciario de Varela alberga a 1.500 detenidos, organizados en pabellones con capacidad para setenta internos que alojan a más de ciento cuarenta. Se trata de la primera en el país en registrar a un interno contagiado de coronavirus, y alberga a gran cantidad de presos que se encuentran dentro del denominado grupo de riesgo.
Los que tienen la suerte de venir a la escuela a veces se quedan dormidos, porque es el único lugar donde pueden hacerlo tranquilos. Hay celdas que son para dos personas con dos cuchetas y hay diez encerradas ahí, nadie podría dormir en un contexto así. Los meten en esas celdas a las cinco de la tarde y los sacan a las ocho de la mañana del otro día, eso es tortura.
¿Quiénes y en que condiciones están las y los presos en las cárceles bonaerenses?
La gran mayoría de las personas presas, lo están por delitos contra la propiedad o venta al menudeo de drogas. El 60 % de ellas no tienen condena, pasan años y años encerradas esperando un juicio en lo que yo llamo un infierno, eso son las cárceles.
En las cárceles de la provincia de Buenos Aires, el hacinamiento es de más del 110%, hay 24.000 plazas y 45.000 presos. Si bien la pandemia recrudeció las condiciones inhumanas de detención, en las cárceles se tortura y se mata a diario.
La educación: un derecho casi imposible para los presos
Las escuelas de cárcel no pertenecen al tratamiento penitenciario, sino todo lo contrario, la Escuela no participa del legajo del alumno preso, la Escuela no da informes, ni participa de ninguna forma de los informes criminológicos. El certificado de estudios es como el de cualquier escuela pública de la Provincia, en la cárcel hay Escuela Primaria y Centros Educativos de Nivel Secundario para adultos (CENS), Terciarios y Universidad.
Las posibilidades de acceso a la escuela dependen de la Unidad Penitenciaria en la que esté el preso. Hay cárceles que tienen setecientas plazas pero alojan a mil quinientos presos, entonces se hace difícil el acceso a la Escuela, cuya infraestructura alcanza para tener alrededor de 100 alumnos en primaria y otros cien en el (CENS). Algunas cárceles como Olmos, tienen turno vespertino, pero son las menos, la mayoría tiene mañana y tarde, y a las cinco de la tarde el preso debe estar en el pabellón.
Puede pasar que haya trescientos presos en lista de espera para entrar a la escuela, por ejemplo en la Unidad 23 de Florencio Varela, la estadística dice que un 10 % de los presos de una Unidad Penal pueden ir a la escuela. Lo importante a destacar es que aquél preso que pasa por la escuela, en un 95 % no reincide.
Fuente: La Izquierda Diario