En total, son alrededor de 11,3 millones de personas que atraviesan este drama cotidiano, con un promedio de 3,7 millones de pesos por individuo, de acuerdo con cálculos del Instituto Argentina Grande (IAG). Para saldar ese monto harían falta unos tres salarios del sector privado registrado, el más alto de la economía formal. Sin embargo, la mitad de los deudores tiene compromisos más bajos, que oscilan entre 750.000 y 1 millón de pesos, según estimaciones del IAG. Esa brecha refleja el creciente peso que las deudas pequeñas —principalmente con tarjetas— tienen en la economía diaria.
“La deuda de la tarjeta se transformó en una bola de nieve imposible de frenar”, cuenta Lucía, vecina de Mercedes, mientras que Ana, de Lobos, debió refinanciar su saldo impago: “Entré en un plan de pagos con el banco porque el total de la tarjeta no bajaba nunca, así que tendré que achicar más los gastos, la tasa de interés que me cobran supera el 100 por ciento”. Su deuda de 1 millón de pesos se enfrenta a un ingreso mensual de 1,4 millones por sus dos cargos como docente.
El crédito, en este contexto, aparece como un “mal necesario” para compensar la pérdida del poder adquisitivo. Un informe de CP Consultora advierte que los salarios de convenio del sector privado cayeron en términos reales durante agosto, consolidando un deterioro respecto de comienzos de 2025. “A diferencia del 2024, este año la desaceleración de la inflación no permitió alcanzar los niveles previos del poder adquisitivo”, explicaron. La situación laboral también se complicó, con más empleo informal y subocupación, según datos del Indec.
“La tarjeta de crédito la uso para pagar los impuestos y la comida, no para darme gustos: eso ya quedó atrás”, relata Gilda, de Campana. “Voy especulando con las fechas: cuando cierra la tarjeta, aprovecho y voy al maxiconsumo para estirar un poco más el dinero”. Según un informe del Centro RA de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, el uso de tarjetas para comprar en supermercados creció del 39 al 46 por ciento entre noviembre de 2023 y mayo de 2025.
La suba de tarifas también golpea fuerte en los presupuestos familiares. “Los servicios aumentaron muchísimo y ahora los pago con la tarjeta de crédito. Lo que más me desajustó fue la luz, pero también el transporte”, añade Gilda. De acuerdo con el Observatorio de Tarifas y Subsidios del IIEP (UBA-Conicet), la canasta de servicios públicos del AMBA subió tres veces más que la inflación desde el inicio del gobierno de Javier Milei, con incrementos del 526 y 164 por ciento, respectivamente.
Los jubilados tampoco escapan a esta realidad. En agosto, la jubilación mínima cayó 0,6 por ciento real, mientras que las medias y altas retrocedieron 0,3. “No me endeudo, pero me estoy comiendo los ahorros”, confiesa Lucrecia, de Los Cardales. “Antes podía cubrir con mi jubilación el plan de medicina prepaga, pero ahora tengo que sumar entre un 15 y un 20 por ciento más. Además, muchos medicamentos que antes eran gratuitos ahora tienen costo”. Lía, otra jubilada, agrega: “Medimos la compra en alimentos y aprovechamos los descuentos. Nos limitamos a lo justo y necesario”. Lejos de una vejez tranquila, miles de jubilados se ven forzados a hacer malabares para llegar a fin de mes.
Realizada con datos de Página/12.