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Fobias inaceptables, un Contrato Social fraterno y solidario

Miguel Julio Rodríguez Villafañe

Abogado constitucionalista y Periodista columnista de opinión

El Presidente Alberto Fernández, ante el Congreso de la Nación, en su discurso con motivo de asumir en el cargo, el 10 de diciembre de este año, comenzó con un planteo esencial, en el que convocó “a la unidad de toda la Argentina” y enfatizó, que “es tiempo comenzar por los últimos para después llegar a todos. Este es el espíritu del tiempo que inauguramos”. Dijo también, que hay que crear “una Argentina unida a una nueva mirada de humanidad que reconstruya vínculos sociales” y en función de lo cual, hay que derribar “grandes muros que tenemos que superar para poner al país de pie” y propuso realizar un contrato social que sea Fraterno y Solidario.

Más en la unión que se anhela, lo primero que debe derribarse son los prejuicios culturales que insultan y las graves fobias sociales existentes.

Todavía sufrimos culturas que nos desunen gravemente y demuestran que un sector de nuestro país tiene rechazo a los pobres, débiles, inmigrantes sin capacidad adquisitiva y a tantos a los que se consideran los últimos de la sociedad.

Afirmaciones recientes, como “vienen de nuevo los choriplaneros”, “ensucian la plaza de Mayo”, “se embarazan para cobrar los planes” y tantas otras, que en estos días se han escuchado, nos obliga a repensarnos profundamente.

Hay en la Argentina subyacente un rechazo inaceptable a las manifestaciones políticas de los débiles y los marginados.

La historia nos trae recuerdos dolorosos en ese aspecto.

Cuando en 1930, José Uriburu derrocó al presidente Hipólito Yrigoyen y estableció una dictadura militar, como lo recuerda la película “La República Perdida”, (idea de Enrique Vanoli) exhibida en 1983, se resalta que, según Manuel Galvez, que el día del golpe militar, una señora dijo, que “Uriburu era superior a San Martín porque echó a `canallas y chusmas´, en cambio San Martín había echado a españoles que `eran personas decentes´”. Ya en ese momento, se mostraba ese rechazo a quienes defendían los intereses de pueblo y no los intereses económicos de unos pocos, en una cultura amante de lo europeo.

Luego, en la Cámara de Diputados del Congreso Nacional, el 7 de agosto de 1947, el diputado radical Ernesto Sammartino, se refirió a los simpatizantes del peronismo, como si se tratara de un “aluvión zoológico” o sea una manada de animales, cuando el movimiento justicialista defendía los derechos de los trabajadores, el voto femenino y tantas otras reivindicaciones necesarias para el pueblo.

La historia de los agravios continuó hasta ahora, al punto tal, que en el gobierno presidido por Mauricio Macri, el Ministro de Hacienda y Finanzas Alfonso Prat Gay tildó a los simpatizantes de la Presidenta Cristina Fernández de Kirschner como “grasa militante”.

El rechazo a lo popular y no europeo, consciente y subconsciente- quedó también evidenciado cuando el presidente Mauricio Macri habló, en enero de 2018, en el Foro Mundial de Davos terminó afirmando, que un acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea es “natural” porque “en Sudamérica todos somos descendientes de europeos”. O sea, ignoró a los descendientes de los aborígenes, a los afrodescendientes, a los asiáticos, a los latinoamericanos, etc.

Aún más, la historia se repite cíclicamente con la misma lógica. Rechazo a lo que se llama “chusma”, “aluvión zoológico”, “grasa militante” y el ensalzamiento, de lo que la señora que rescata Galvez supone “los decentes”, que consideró en su momento a los españoles, aunque ellos nos sometían y explotaban como colonia. A estos últimos, y desde el mismo lugar de pensamiento, el presidente Mauricio Macri, en Tucumán, con motivo de la celebración del bicentenario de la independencia, en el año 2016, sostuvo, que nuestros patriotas “Deberían tener angustia de tomar la decisión, querido rey, de separarse de España”. Resaltó una supuesta angustia de dejar de ser españoles y dependientes de una monarquía.

Asimismo, el ex-presidente Macri, en sus últimos discursos de la campaña electoral, señalaba a los asistentes a sus actos diciendo “¿Dónde están los colectivos que los trajeron?” y se jactaba que a sus seguidores no había que traerlos en ómnibus y darles una merienda. Inaceptable, ese criterio antidemocrático encierra a los más débiles o pobres, a los que no se les permite participar de los actos de la democracia, ya que si no se los transporta, no tendrían como asistir y no es ningún condicionamiento que se los lleve, por el contrario, les permite participar y escuchar las propuestas políticas y los integra al proceso democrático. 

A Braian Gallo, un muchacho que vive en Moreno y que fue presidente de mesa en las últimas elecciones, le sacaron una foto y con particular prejuicio por su aspecto, lo tildaran de “pibe chorro”, y se decía “si votas en Moreno no lleves cosas de valor”. Pues el presidente Alberto Fernández, al otro día, de manera ejemplar, acompañado por Braian, se vistió como él, demostrando el nuevo espíritu que baña la Argentina que queremos.

No hay posibilidad de hacer un Contrato Social Fraterno y Solidario sin superar las fobias elitistas existentes. Debemos ocuparnos del hambriento, el desposeído, los jubilados y los débiles del sistema. Esto último nos ennoblecerá como comunidad y permitirá salir adelante juntos, porque la patria somos todes. Pero hay que dejar en claro, que se buscan superar desencuentros sin odios, ni rencores, pero el rumbo no se negocia.