La inflación en la provincia de Córdoba durante julio de 2025 estuvo marcada por incrementos en rubros clave de la economía familiar, según el último informe del Índice de Precios al Consumidor Córdoba (IPC-Cba). La variación mensual del nivel general se explicó principalmente por el impacto de tres capítulos de la canasta: Alimentos y Bebidas, Propiedades, Combustibles, Agua y Electricidad, y Transporte y Comunicaciones.
En el caso de Alimentos y Bebidas, las subas se concentraron en el precio medio de las carnes y sus derivados, en los alimentos servidos en restaurantes y en otras preparaciones listas para consumir. Estos aumentos repercuten de manera directa en el gasto cotidiano de los hogares, especialmente en un contexto de salarios ajustados y bajo poder adquisitivo.
El capítulo Propiedades, Combustibles, Agua y Electricidad registró alzas relevantes debido a los incrementos en el alquiler de viviendas, las tarifas de electricidad y el precio del gas. Estas variaciones reflejan tanto ajustes de mercado como actualizaciones tarifarias reguladas, que impactan en el presupuesto mensual de las familias.
Por su parte, Transporte y Comunicaciones se vio impulsado principalmente por la suba de combustibles y lubricantes, el aumento de los servicios telefónicos y las tarifas de taxis y remises. El encarecimiento del transporte no solo repercute en el gasto de movilidad individual, sino que también incide en la estructura de costos de bienes y servicios, generando un efecto indirecto sobre otros precios.
El informe también presenta otras clasificaciones que permiten analizar en detalle el comportamiento de los precios. En la división Bienes y Servicios, se observa que los bienes —que representan el 59% de la canasta del IPC-Cba— aumentaron un 1,3% respecto de junio, mientras que los servicios —que constituyen el restante 41%— tuvieron un incremento de 2,9%. Esta diferencia evidencia que los servicios, muchos de ellos regulados o vinculados a mano de obra, siguen siendo el componente más dinámico de la inflación.
En cuanto a la clasificación por Estacionales, Regulados y Resto del IPC, los bienes y servicios estacionales (aquellos con precios que varían significativamente en determinadas épocas del año) registraron en julio un aumento del 3,5% mensual. Los bienes y servicios regulados, sujetos a control estatal o con alto contenido impositivo, subieron un 1,9%, mientras que el resto de los productos —considerados núcleo o inflación subyacente— aumentaron un 1,8%.
El comportamiento de los precios en julio refleja una combinación de factores estructurales y coyunturales: por un lado, el impacto de la estacionalidad y de las actualizaciones tarifarias, y por otro, la persistencia de la inflación núcleo, que muestra incrementos incluso en ausencia de shocks temporales.
La tendencia de mayor incremento en servicios respecto de bienes puede atribuirse a que varios sectores de servicios aún transitan procesos de recomposición de tarifas y honorarios, luego de períodos de contención de precios. Esto, sumado al encarecimiento de la energía y del transporte, configura un escenario en el que la inflación no solo responde a la oferta y demanda de productos, sino también a decisiones regulatorias y a la evolución de costos clave para la economía.
Para los consumidores, el aumento en alimentos y tarifas representa un doble golpe: se encarecen los productos de primera necesidad y también los servicios básicos, reduciendo el margen de gasto en otros rubros. La persistencia de la inflación núcleo, cercana al 2% mensual, plantea un desafío adicional para estabilizar los precios en el corto plazo.