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Llegamos todas

La periodista cordobesa Liliana Arraya, desde Ciudad de México, elaboró esta crónica exclusiva para La Ranchada. Ayer, Claudia Sheinbaum, asumió como la primera presidenta mujer de México en 213 años de República.

La primera mujer presidenta, luego de 200 años de República, que asumió hoy 1 de octubre en México, Claudia Sheinbaum, “Rindió Protesta” ante el Congreso de la Unión, en una ceremonia en que la banda presidencial le fue entregada por otra mujer, la nonagenaria Ifigenia Martínez, luchadora por las libertades y derechos feministas, quien preside el Congreso “en este nuevo tiempo de transformación y de mujeres” como fuera definido por la Primera Magistrada.

No llego sola dijo Claudia, quien se definió como madre, abuela, científica y mujer de fe, llegamos todas: las heroínas que lucharon por la Patria, también las anónimas, las invisibles, las que lucharon y no lo lograron, las que pudieron levantar la voz y las que no lo hicieron. Llegan las que han tenido que callar y luego gritar a solas, las indígenas, las trabajadoras del hogar, las que salen de sus pueblos, las bisabuelas que no aprendieron a leer y a escribir porque eso no era para las niñas.

Llegan las tías que encontraron en su soledad la manera de ser fuertes, las madres que nos dieron la vida, las hermanas que desde su historia lograron salir adelante y emanciparse. Amigas y compañeras, nuestras hijas, hermosas y valientes y llegan nuestras nietas. Hoy llegan ellas las que soñaron con la posibilidad de que algún día no importaría si naciéramos siendo mujeres u hombres podemos realizar sueños y deseos sin que nuestro género determine nuestro destino.

Al hablar de México como un mosaico cultural, diverso y maravilloso, Sheinbaum reivindicó las culturas originarias, que levantaron pirámides, entendieron los astros, dieron al mundo el maíz, el cacao, el jitomate, comprendieron la cosmogonía de la vida y la muerte, como un cambio constante, la importancia del cero en las matemáticas y respetaron la naturaleza.

La doceava economía del mundo y sexto destino turístico definido por la Presidenta como grandioso tendrá un gobierno, continuidad del que encabezó Andrés Manuel López Obrador, fuertemente elogiado, cuyos principios rectores serán la prosperidad compartida “donde y por el bien de todos” primero serán los pobres, que ejercerá la austeridad republicana, “porque no puede haber gobierno con pueblo pobre” donde las y los gobernadores deben ser honestos.

La autoridad moral es lo más importante, señaló, y esa no se compra en la esquina.  Estará prohibido prohibir y nunca se usará la fuerza del Estado para reprimir al pueblo. El racismo, clasismo, machismo y toda forma de discriminación está condenada, y siendo México un país soberano no se subordinará y propugnará la fraternidad de las naciones sin intromisiones en sus asuntos internos.

La política se hace con amor y no con odio, definió, al decir que la felicidad y la esperanza, causas fundamentales en una sociedad, son amar al prójimo, la familia, la naturaleza y “vernos a los ojos como iguales”.

Al referirse a las medidas sociales de gobierno, además de las existentes y que continuarán, las mujeres de 60 a 64 años tendrán un apoyo bimestral; los niños y niñas que van a la escuela pública desde el preescolar a la secundaria recibirán becas y se llevará atención sanitaria a los hogares de adultos mayores con la contratación de 20 mil profesionales de la salud.

Habrá más universidades y preparatorias públicas, se construirán un millón de viviendas destinadas a los jóvenes y se avanzará en la soberanía y autosuficiencia alimentaria para “dar de comer a quien nos da de comer”.

Hubo anuncios además de orden económico como inversión en energía, infraestructura, recursos hídricos, investigaciones en ciencias básicas, naturales, sociales, humanidades y nuevas tecnologías. También se hizo referencia a la lucha contra el narcotráfico que rechaza lo realizado en gobiernos anteriores y que tanto sufrimiento han traído al pueblo mexicano.

Ciento cinco mandatarios de todas las naciones participaron en la ceremonia que tuvo como una de sus excepciones a nuestro país, cuyo único invitado fue el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof.

La delegación española, por su parte, tampoco representó oficialmente al país y solo acudieron legisladores de diferentes partidos cercanos a la actual mandataria. Un diferendo diplomático comenzó durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador quien solicitó a la corona española que realizara una autocrítica y se disculpara con los pueblos indígenas por su actuación durante la Conquista.

La respuesta nunca llegó y Claudia Sheimbaum, en línea con la política de Estado del presidente saliente envió una nueva misiva en términos similares que tampoco fue respondida. Esa fue la razón por la que el gobierno mexicano adoptó la decisión de no invitar a los representantes reales que curiosamente tuvieron la solidaridad del gobierno socialista de Pedro Sánchez.

La ceremonia de asunción y traspaso de mando continuó durante el día de hoy, declarado feriado, con un acto en el zócalo donde desde horas tempranas de reunió una multitud y donde las representantes de los setenta pueblos originarios y afroamericanas hicieron entrega del bastón sagrado de mando a la nueva jefa de gobierno a quien bendijeron depositando en ella la fuerza y el coraje milenario de sus comunidades.

Allí se realizó una ceremonia sagrada y se pidió a los presentes que levantaran sus manos en dirección al oriente, por donde sale el sol, invocando a las deidades y seres espirituales y guardianes divinos para que acompañen, a la doctora Claudia Sheinbaum, pidiendo para su vida, iluminación y sabiduría y luz en su corazón para cada decisión que tome. Allí la encomendaron a sus ancestros para que le de resistencia y fortaleza para que gobierne con entereza, amor y humildad.

Por Liliana Arraya, desde México