“Arde California y se teme que esta protesta social pueda extenderse al resto de Estados Unidos”, señaló Saravia en su habitual columna, y explicó que hasta el lunes se registraban protestas en ciudades como Los Ángeles y San Francisco.
El foco del conflicto está puesto en las redadas y deportaciones masivas contra personas indocumentadas, impulsadas por la administración de Donald Trump en su segundo mandato presidencial. Para Saravia, se trata de un accionar “avasallante” del Estado federal, que pone el énfasis en castigar a un sector vulnerable pero fundamental en la vida económica del país.
“Son los que hacen los trabajos no queridos, que trabajan, pagan impuestos, mandan a sus hijos a la escuela, gastan en el supermercado. Hacen los trabajos que otros no quieren hacer”, remarcó el periodista, y destacó que por eso “mucha gente que no es inmigrante está apoyando esta movida. Incluso empresarios que dependen de esa mano de obra semi-esclava, incluso consumidores”.
Además, señaló las consecuencias económicas inmediatas que ya se observan cuando falta esa fuerza laboral: “Cuando los mexicanos, salvadoreños y centroamericanos no van a trabajar al campo, suben los precios de los alimentos. Y cuando no van a trabajar a la obra, suben los precios de los inmuebles”.
Frente a las manifestaciones pacíficas iniciadas el viernes, la respuesta del gobierno de Trump fue drástica: ordenó el envío de la Guardia Nacional, una fuerza de élite del ejército. Saravia subrayó que se trata de un hecho inédito en décadas. “Desde hace 60 años no se veía que mandaran desde Washington la Guardia Nacional sin el consentimiento del gobernador del estado”, advirtió. El resultado fue una escalada de violencia con más de cien detenidos y decenas de heridos.
El analista alertó también sobre el carácter autoritario de esta reacción: “Eso que se vio permanentemente en las dictaduras de Latinoamérica ahora se está viendo en Estados Unidos. Es decir, un ejército de ocupación volcado con terrorismo prácticamente contra su propia población”.
La protesta, según planteó, podría replicarse en otros estados con fuerte presencia de inmigrantes como Texas, Florida o la costa este. Y cerró con una ironía: “Había un viejo chiste en Latinoamérica que decía: ‘¿Sabés por qué no hay golpes de Estado ni dictaduras en Estados Unidos? Porque no hay embajada de Estados Unidos’. Bueno, eso hoy ya ni siquiera se sostiene”.
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