Desde hace años, hay millones de ciudadanos argentinos se ven impedidos, frente a la inexistencia de Políticas de Estado de los gobiernos de turno, de acceder a su derecho a la movilidad social ascendente.
“…la movilidad social puede darse vertical u horizontalmente. En el primer caso, puede ser ascendente (mejorando) o descendente (empeorando) su situación social. Ejemplos de movilidad social ascendente: una persona nacida en un lugar humilde, de padres obreros, logra acceder a estudios universitarios y se convierte en un destacado profesional; por el contrario sería ejemplo de movilidad social descendente el caso de un empresario cuyos malos negocios lo conducen a la ruina financiera. La movilidad social es más frecuente en centros urbanos que en el campo. (Fuente: https://deconceptos.com/ciencias-sociales/movilidad-social).
En materia laboral, existen sobrados casos.
Podríamos citar casos como el personal de enfermería, las fuerzas de seguridad, los docentes, los peones de taxi, el personal doméstico, entre otros.
Muchos de ellos, para intentar llegar a cubrir sus necesidades básicas mensuales, deben trabajar horas de más (con el desgaste físico que conlleva esta actividad para quienes la desempeñan).
Desde el propio Estado se debería garantizar (por medio de medidas gubernamentales) y el Congreso Nacional (a través de nuevas leyes o modificación de leyes vigentes para mejorarlas), que los argentinos puedan avanzar, mejorar, crecer laboral y económicamente para vivir con dignidad.
Un claro ejemplo de ello, seria terminar con la gran cantidad de planes sociales que se les otorgan a millones de personas, y generar puestos de trabajo genuino, y generar condiciones para que se invierta en el país.
El trabajo dignifica al ser humano.
Pero hasta ahora, lamentablemente pareciera que se apuntara a llevar a la clase trabajadora, hacia una movilidad social descendente.
¿Estamos ante un proceso de destrucción de la clase media argentina, en donde solo habrán dos clases: ricos y pobres?
Por otro lado, se observa una insistencia permanente por parte de sectores acomodados de la economía, que vienen reclamando constantemente una reforma laboral, que en la práctica implicaría la pérdida de derechos y conquistas históricas (podemos advertir que en muchos casos, se pretende modificar y rediscutir convenios colectivos a la baja en distintas actividades).
Lo que pretenden estos sectores privilegiados, es ir en contra de todo el marco legal (laboral), vigente en nuestro país.
En materia habitacional, tenemos el ejemplo de lo que sucede con los inquilinos.
Hace unos meses atrás escuché una frase que describe con absoluta claridad, la situación que atraviesan millones de argentinos: “Los trabajadores, son la fábrica de inquilinos…”.
Lamentablemente, han pasado muchos gobiernos de distinto signo político, pero ninguno de ellos ha llevado adelante un ambicioso proyecto de viviendas populares para la ciudadanía.
Solo algunos programas muy limitados, en algunos casos.
La inmensa mayoría de quienes alquilan, pretenden en algún momento de su vida dejar de ser inquilinos para pasar a ser propietarios.
Para ello, deben ofrecerse condiciones accesibles para el ciudadano común, con el fin de poder alcanzar el sueño de la casa propia.
Ante la falta de políticas relacionada con la construcción de viviendas por parte del Estado, quienes pueden terminan accediendo a planes de cooperativas, o continúan en su condición de inquilinos, con la esperanza de que alguna vez la clase política, se acuerde de ellos.
Quienes gobiernan en nuestro y quienes legislan esta Nación tan rica, deben trabajar arduamente desde sus cargos, para mejorar la calidad de vida del pueblo y garantizar a cada uno de sus habitantes, el derecho a la movilidad social ascendente.
CARLOS EMANUEL CAFURE
ABOGADO
ESCRITOR
COLUMNISTA DE OPINION