En diálogo con La Despensa, Reynares señaló que estos casos repercuten directamente en la campaña libertaria en Córdoba y en la imagen del oficialismo nacional: “Impacta, sí. Hay encuestas que muestran una consolidación lenta pero firme de dos tercios en contra del oficialismo. Si a comienzos de año el gobierno tenía un apoyo del 50%, hoy ronda entre el 30 y 35 como máximo, y un 60 o 65% rechaza sus medidas económicas”, explicó.
El analista sostuvo que los escándalos de corrupción agravan un escenario económico frágil: “Desde el caso Libra, pasando por corrupción en discapacidad, obras sociales y sindicatos, los casos de los Menem, hasta los vínculos de Espert con presuntos narcos, se fue erosionando la confianza. La discusión sobre la corrupción pesa más cuando la economía no está resuelta. Y hoy el gobierno enfrenta una crisis financiera y cambiaria que le quitó gran parte del respaldo”.
Reynares remarcó que, frente a esa pérdida de apoyo, el oficialismo nacional “llega a las elecciones legislativas con una victoria que ya no está asegurada”, y que los resultados “serán leídos de manera distinta por cada sector, en un contexto de mucha incertidumbre económica y social”.
También cuestionó la actitud de la oposición, a la que consideró pasiva ante los errores del gobierno: “Esa idea de ‘dejar que se equivoque solo’ es una estrategia cómoda. No están leyendo la frustración creciente en la sociedad, la misma que en su momento se expresó en el voto a Milei. No sé si se trata de un movimiento antisistema o simplemente de una reacción antipolítica, pero sí hay un desencanto profundo con esta democracia concreta, con nombres propios”.
Consultado sobre la situación de La Libertad Avanza en Córdoba, Reynares analizó que la fuerza apostó a que la marca Milei sea suficiente, dejando en segundo plano a los candidatos locales: “Fue la idea de votar la marca y no las personas. Ni Gonzalo Roca ni Laura Soldano ni el tercer candidato (Marcos Patiño Brizuela) son figuras conocidas. Incluso cuando Milei visitó Córdoba, nadie sabía quién era la persona que lo acompañaba al lado. Fue una estrategia conservadora de Bornoroni, que prefirió no fortalecer a ningún dirigente con peso político previo”.
El politólogo advirtió que esa decisión hoy se vuelve un problema: “La marca se está debilitando porque los casos de corrupción son verosímiles para la gente. Y cuando algo suena creíble, ya no hay distinción posible con la ‘casta’. Eso erosiona el principal capital simbólico de La Libertad Avanza”.
En cuanto a los números en Córdoba, mencionó que los sondeos hablan de un reparto parejo de bancas: “De los nueve diputados en juego, cuatro quedarían para el oficialismo y otros cuatro para La Libertad Avanza, con un último escaño en disputa que será seguramente para Natalia De la Sota. Pero la fuerza libertaria difícilmente supere el 35%. El schiarettismo va a buscar una victoria amplia, no apenas por un punto, y por eso está volcando toda su estructura territorial en esta campaña”.
Por último, Reynares anticipó que, tras las elecciones del 26 de octubre, el escenario provincial puede reordenarse: “Una Libertad Avanza golpeada le sube el precio a Juez, mientras que un oficialismo fuerte pero todavía atado a la figura de Schiaretti deja a Llaryora con el desafío de construir poder propio. Si depende demasiado de Schiaretti, la transición no termina nunca”.
El politólogo también destacó el crecimiento de Natalia de la Sota en las encuestas y su presencia en medios nacionales: “Ha sido inteligente al aprovechar el peso del apellido sin tapar su propio nombre. Está logrando posicionarse y podría renovar su banca. Lo interesante es que abre el debate sobre si puede surgir una tradición nacional y popular cordobesa, que hace tiempo está relegada. Esa discusión vale la pena seguirla en las próximas semanas”.
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