El Instituto de Estadísticas y Tendencias Sociales y Económicas (IETSE) presentó el informe titulado “La distancia entre la dieta recomendada y la consumida”, un estudio basado en 3.750 encuestas a hogares de las 23 provincias y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que expone con detalle cómo los hábitos alimentarios en la Argentina se alejan de manera sistemática de las recomendaciones oficiales de una dieta saludable. La investigación refleja que en los hogares argentinos existe un patrón de consumo condicionado por el precio de los alimentos y por la accesibilidad económica, lo que genera una profunda brecha estructural entre la dieta real y la dieta ideal.
Los resultados muestran un exceso en el consumo de harinas, panificados y azúcar, acompañado de un marcado déficit en frutas, verduras de hojas verdes y productos lácteos. A la vez, se observa una alta concentración de consumo en alimentos de bajo costo como pollo, papa, pan y azúcar, en paralelo con una sustitución de alimentos nutritivos por otros de menor valor nutricional. El IETSE advierte que estas tendencias ponen de relieve la dificultad de las familias para sostener una dieta equilibrada y diversa, ya que la situación económica las obliga a priorizar productos de mayor rendimiento y saciedad por sobre aquellos de mayor calidad nutricional.
El análisis compara la dieta real con las recomendaciones oficiales elaboradas a partir de la tabla nutricional del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) para un hogar tipo II, compuesto por cuatro integrantes. Según los investigadores, los déficits más preocupantes se observan en rubros críticos para la calidad nutricional, como frutas, verduras y lácteos. Esta carencia compromete de manera seria la ingesta adecuada de proteínas, vitaminas, minerales y fibras, lo que a largo plazo puede derivar en problemas de salud vinculados a la mala alimentación.
El informe detalla, por ejemplo, que en el rubro “Carnes” el consumo está fuertemente concentrado en el pollo fresco y sus subproductos, que representan el 51% del total. Esto ocurre en detrimento de las carnes rojas, cuyo mayor costo limita la accesibilidad. El IETSE señala que este comportamiento refleja una dieta condicionada por los precios, más que por criterios de diversidad nutricional.
En el caso de “Frutas y Verduras”, el déficit es generalizado, con reducciones de más del 50% en frutas como manzana, banana y pera. Las únicas excepciones se dan en productos de bajo costo como la papa, que se consume un 28% por encima de lo recomendado, y la cebolla, con un 48% por encima. Un caso llamativo es el del tomate envasado, cuyo consumo supera en un 140% lo aconsejado, convirtiéndose en un sustituto directo del tomate fresco, lo cual está vinculado tanto a factores de precio como a su rendimiento en la cocina.
El rubro “Harinas y Legumbres” muestra un consumo excedente respecto a lo recomendado, con una fuerte concentración en pan, que representa el 57% de la participación, y en fideos secos. Esto configura una dieta de alta densidad calórica, con alimentos que generan saciedad pero aportan menos fibras y micronutrientes esenciales.
En “Huevos y Lácteos” la tendencia es la inversa: existe un déficit marcado en leche fluida, yogur y quesos, con porcentajes que van del -19% al -59% por debajo de lo recomendado, mientras que el consumo de huevos se ubica un 51% por encima. El informe concluye que esta dinámica refleja una sustitución de los lácteos por el huevo como fuente de proteínas más económica, aunque con menor aporte de calcio y otros nutrientes fundamentales.
Finalmente, en el rubro “Otros Alimentos” se detecta un alto nivel de consumo de productos de bajo valor nutricional, como el azúcar, que representa el 30% del total y supera en un 45% las recomendaciones. La yerba mate, con un 13% de participación, aparece como un sustituto de otras bebidas y alimentos, mientras que productos como café, margarina, dulce de batata y mermelada muestran una baja incidencia en la dieta cotidiana.
El informe concluye que la brecha entre la dieta recomendada y la consumida está directamente vinculada con la pérdida de poder adquisitivo y con la necesidad de las familias de buscar alternativas más accesibles. En este marco, el IETSE alerta sobre la urgencia de diseñar políticas públicas que permitan mejorar el acceso a alimentos esenciales como frutas, verduras, lácteos y proteínas, de modo de garantizar que la población pueda sostener una alimentación equilibrada y adecuada para su salud.