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Una década sin Yamila Cuello: La espera es eterna

Este 25 de octubre se cumplen 10 años de la desaparición de Yamila Elizabeth Cuello. La marcha organizada por la Coordinadora por la Aparición con Vida de Yamila Cuello, partirá este viernes desde las 17.30 horas en la esquina de Colón y Cañada.

El caso de la desaparición de la joven de barrio Olmedo, que se convirtió en el único caso investigado por la Justicia Federal de Córdoba como posible trata de personas, es más que controversial.

El fiscal federal Enrique Senestrari es quien está a cargo de la investigación de Yamila; la misma que a pesar de los indicios de secuestro por una red delictiva de explotación sexual, se encuentra prácticamente estancada.

Sus familiares y amigos denunciaron, con respaldo de diferentes organizaciones, «inacción y obstáculos» por parte del Estado. El caso de Yamila Cuello, reunió más desapariciones de mujeres, que sin la carátula, también evidencian sospecha de trata, como Delia Gerónimo o Silvia Gallardo.

«A los fiscales no les creo nada», comentó Soledad Cuello a La Ranchada, la hermana de Yamila. «No puede ser que a diez años no sepan nada», agregó la joven.

Nota con Soledad Cuello

Yamila tenía 22 años cuando desapareció el 25 de octubre de 2009. Las sospechas recayeron en su ex pareja, Néstor Simone, quien habría entregado a la joven para saldar una deuda de juego. Sin embargo, Simone fue sobreseído el 2 de noviembre de 2011.

«El Estado es responsable de las desparecidas en democracia», es la consigna que recorre los diez años de incertidumbre y dolor. «Todos vamos a estar presentes en la marcha. Cada vez que reclamé por mi hermana Yamila lo voy a hacer por las demás familias también», concluyó Soledad.

Datos de Yamila
La joven hoy tendría 38 años. Mide 1.70 metros de altura, contextura robusta, cabellos color castaño oscuro largo al momento de la desaparición, tez trigueña y cuatro tatuajes: un dibujo de Cupido en el hombro derecho, dos corazones rojos enlazados cuya inscripción dice “Lizi y Nahuel», una manzana roja en el seno derecho y una “Y» griega en el brazo derecho.